Antonio Piedra - No somos nadie
El pollo
«A corto plazo, han ganado los golpistas porque Rajoy tiene problemas con las distancias cortas: se las dan todas en el mismo carrillo y le parece normal»
Gran desgracia la nuestra. Los políticos españoles -de norte a sur, y siguiendo al Duero de este a oeste- suspenden en cultura clásica. Con leyes de embudo -tan lejos de lo que decía Cicerón : seamos esclavos de la ley para poder ser libres- y con actuaciones de pitiminí en plasma o en directo, han suprimido algo consustancial al hombre como esto: que «no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague». Lo repiten todos los tenorios desde Tirso de Molina, Molière, Zorrilla o Kierkegaard . El tema de rendir cuentas es capital en política por una dimensión trascendente y ética que, a la postre, se traduce en respetar al ciudadano.
Nuestros tenorios de la política se lo pasan por la ubre, como comprobamos el jueves. ¿Qué ocurre con los plazos y con las deudas de Cataluña ? Al no existir un principio coherente que ponga freno a tanto desmadre - Iceta saltó a las elecciones cantando cara al sol el perdón de la deuda-, ni tampoco una balanza que distinga entre largo y corto plazo -el mismo Iceta perdió esas elecciones subastando esos plazos como una franquicia de tócame Roque-, pues absolutamente nada que no estuviera previsto. Bueno, ha ocurrido algo importante: que el golpista Puigdemont se ha crecido y acaba de retar a Rajoy para dialogar en Bélgica después de Reyes porque «España tiene un pollo de cojones».
A corto plazo, han ganado los golpistas porque Rajoy tiene problemas con las distancias cortas: se las dan todas en el mismo carrillo y le parece normal. Le ocurre como a los millonarios: a su alrededor no aguanta, y menos en Navidad , el peso de tanta desgracia. Así que suelta con donosura la chequera de los españoles y allá van como aguinaldo los 75 mil millones para la deuda independentista . Y no sólo no pagará la factura con creces, sino que además le dice el golpista huido que tranqui: que en cuanto sea investido presidente hablará con él para arreglar el «pollo» que tiene España porque en este pastizal ecológico ya se respira mucho mejor, ¿no es verdad, ángel de amor?
El largo plazo es otra cosa, pues el asunto se resuelve, o se resolvía, dando más hilo a la cometa. O como dicen en Castilla, en saber esperar con calma porque a todo cerdo le llega su San Martín . Pero hay serios problemas con esto de la matanza: ahora se hacen chorizos o callos y se curan jamones durante todo el año. Se acabó la íntima relación entre la industria porcina y San Martín o, lo que es lo mismo, entre la causa y el efecto que enseñaban los clásicos. Ya no se entiende. Sólo se aprecia, y sin apretar demasiado los tornillos, el sentido común que, como mucho, firma una letra a 90 días. Algo que han perdido Puigdemont y Rajoy de tanto palparse el gallinero que llevan dentro. Que hagan lo que quieran, pero que no paguen sus deudas con nuestro dinero, y que dejen de amargarnos la feliz Navidad que les deseo a todos ustedes.