Fernando Conde - Al pairo
De pollitos a gallos
«Da la impresión de que en esa estrategia concertada de sacarle cada día un caso de corrupción al PP, alguien se ha pasado de frenada. Y quizá les salga el tiro por la culata...»
![De pollitos a gallos](https://s2.abcstatics.com/media/espana/2017/06/04/fernando-conde-U10108239103nHC--160x110@abc.jpg)
Como buitres, pero no ya a los despojos, sino a cualquier cuerpo que presente el más mínimo signo de mortalidad, aunque sea un simple estornudo, se lanzan últimamente algunos medios de comunicación ávidos por lograr el titular y acotar la exclusiva; algunos políticos, locos por pillar sitio en tribuna preferente; y muchos ciudadanos, dispuestos a creer cualquier cosa en esta tesitura de hartazgo ante una corrupción que parece ya una institución en sí misma. ¡Pero no, señores, todo tiene y ha de tener un límite! Al menos, el que impone la deontología profesional de los medios que, como emisores, buscan crear opinión pública con su opinión publicada. No todo vale. Sobre todo, si lo que se pretende es renovar el periodismo con nuevas formas… y viejos modos.
Y eso es lo que ha hecho esta semana un «digital» con aspiraciones: pasarse la deontología periodística por el arco del triunfo. Y lo peor es que a ese medio publicante le han seguido otros replicantes con un borreguismo gregario inexplicable. Los hechos son conocidos: un titular, de esos que buscan al lector propicio, asociaba intencionadamente el nombre del alcalde de Salamanca con una operación abierta contra la corrupción. El cuerpo de la noticia, por su parte, levantaba la sospecha contra aquél a partir de una conversación mantenida por una cuarta persona con una tercera que a su vez le dijo a una segunda lo que ésta le estaba trasmitiendo a la primera, investigaba en la operación. Ni un guion de Ibáñez para un buen Mortadelo y Filemón lo hubiera superado.
La noticia original, como ejercicio periodístico, daría para llenar varias clases de ética periodística en cualquier facultad del ramo. Si se lee con detenimiento y espíritu crítico, enseguida se cae en la cuenta de la inconsistencia argumental de los hechos. Tanta que hasta el propio medio, quizá consciente de ello, llega a echar mano de un argumento de autoridad -la Guardia Civil en este caso- para tratar de dar un mínimo de fuste y verosimilitud a su «información». Pero lo grave del asunto es que, tal vez en otros tiempos esto hubiera sido pronto carne olvidada de hemeroteca, pero hoy, el concurso de esa Biblioteca memoriosa llamada Google hace mucho más difícil luchar contra el «difama que algo queda». Y es injusto.
Da la impresión de que en esa estrategia concertada de sacarle cada día un caso de corrupción al PP, alguien se ha pasado de frenada. Y quizá les salga el tiro por la culata, porque nada mueve más a la misericordia que un ser vapuleado sin compasión ni medida -que se lo digan a Pedro Sánchez- y, en este caso, sin rigor. Porque un pollito curtido acaba convirtiéndose en un duro gallo de pelea.