Entrevista
«En política no hay amigos»
El exdirigente del PSCL Julio Lopez publica «Con mamá o con papá», donde narra su experiencia en la política, en la que sólo le bastaron 4 años para decepcionarse de su partido y de sus «compañeros»
Dejó la docencia en la Universidad para dedicarse de lleno a la política, pero en tan sólo una legislatura como procurador en las Cortes regionales la frustración fue tan grande que acabó dándose de baja del PSOE. Pese a ocupar cargos de responsabilidad importantes (portavoz adjunto y secretario de Economía), ni Óscar López ni Julio Villarrubia le perdonaron su «neutralidad» en la guerra sin cuartel que ambos mantuvieron. Sin embargo, fue Luis Tudanca, nada más tomar las riendas, quien le dio el estoque final, retirándole de la primera línea política. Desmonta en este libro una etapa crucial en el PSCL (2011-2016), donde las guerras cainitas y las deslealtades de sus «compañeros» le hicieron huir de la política. Narra en primera persona con pelos y señales conversaciones privadas, estrategias, sentimientos y el devenir de una formación que no acaba de ganar terreno en Castilla y León. Personajes reales, con nombres ficticios, pero fácilmente reconocibles a los que no les gustará ni una sola de las páginas de la opera prima de este palentino. Algunos ya piensan que es una «venganza en plato frío»...
-Arranca el libro con la pregunta que Óscar López le hace en plena disputa con Julio Villarrubia: «¿Con papá o con mamá?» ¿Ahí empezó el principio de su calvario y el fin de su carrera política?
-Había muchas tensiones entre él y Villarrubia, y yo estaba en medio. Pero es verdad que a partir de esa fecha la actitud de López y de su gente empezó a cambiar conmigo.
-Pero, en su caso, tener que decidir entre un «bando» y el otro ha sido una constante en esos cuatro años...
-No sólo yo, el PSCL es un tener que elegir entre papá o mamá. Pocas veces se tiene que elegir entre modelos de partido, ideas de Comunidad. Los militantes se ven obligados continuamente a elegir entre dos personas.
«En el PSOE es una constante tener que elegir entre papá y mamá. Pocas veces entre modelos de partido o ideas de Comunidad»
-De nada le sirvió intentar ser el enlace entre ambos líderes...
-La prueba de ello es que acabé como acabé en política, totalmente decepcionado, con nula relación con el 90 por ciento de los compañeros... Como yo no tengo huestes ni un ejército de afiliados detrás, la única forma que tenía de intentar tejer era trabajando bien para unos y para otros, pero los personalismos son los que imperaron.
-Retrata a Óscar López como al «político que ni está ni se le espera» y que consideraba el Parlamento regional un «juguete» porque lo que buscaba era irse cuanto antes a Madrid. Algo que todos sabían, pero nunca reconocieron.
-A mi Óscar López me hipnotizó, me cautivo; tenía magia. Le veía como el cambio que necesitaba el partido en Castilla y León. Llegué a aceptar la bondad de su doble papel como portavoz en el PSCL y su necesidad de estar vinculado a Madrid, al ver que era la mano derecha de Rubalcaba. Cuando se desatan todas las hostilidades, Óscar elige un camino en el que yo no pude estar a su lado.
-Pero hipnotizó a muchos...
-Sí, a muchos. A todos los que teníamos la ingenuidad y la inocencia de que hacia falta algo nuevo. El «Puro Cambio», «Despertar a la Junta», presentar la campaña de madrugada en la nieve, etc., era todo muy ilusionante. Y fueron los mejores momentos de mi vida política porque, además, me reconoció mi labor.
-Sorprende que su mayor decepción sea con Julio Villarrubia, al que dibuja como una persona muy autoritaria e interesada, pese a que estuvo a su lado en los peores momentos...
-Intenté siempre no tener que elegir entre ninguno de los dos. Cuando dimitió la mitad de la Ejecutiva y Villarrubia tuvo que abandonar supe que tenía que estar a su lado y me llegué a creer el discurso de que hay buenos y malos en el partido. Pero me dejó tirado. Tengo la percepción de que quemé mi trayectoria por un sentido de la lealtad que me llevaba a apoyar a mi secretario general fuera quien fuera. Me quemé a lo bonzo por él y ni me llamó por teléfono sabiendo lo que me estaban haciendo mis compañeros en las Cortes; ahí llegó mi decepción.
-Cuenta que Tudanca le ofrece varios cargos y después le coloca en la tercera fila del Grupo en las Cortes. ¿Se sintió engañado?
«Salía de los plenos destrozado. Los pocos que se quedaban a escuchar mis intervenciones ni tan siquiera me aplaudían»
-Durante su declive en política relata que ningún compañero le apoyó. «Que cada palo aguante su vela», le decían. ¿No hay amigos en política?
-No, no los hay. Puedes tener mayor o menor afinidad, pero no los hay. Es verdad que las envidias y los comportamientos interesados los hay en todos los ámbitos de la vida, pero la política tiene algo que ese sentimiento se intensifica. Imagino que es la posibilidad de tener un buen cargo, un buen sueldo o la erótica del poder. Si tu tienes un sillón, no lo tiene otro.
-¿Sólo te hacen caso en función del cargo que ocupes?
-Sí, y ese caso es real si tienes un ejército de afiliados detrás de ti. A ésos es difícil que se les haga nada. A los que hemos entrado en política con unos ideales y lo único que ponemos encima de la mesa es nuestro trabajo es fácil darnos la patada, y yo nunca me sentí querido por mi provincia.
-Una vez le defenestran en el Grupo, tanto Herrera como Tomás Villanueva le muestran su apoyo en los pasillos de las Cortes. ¿Ha recibido más cariño del PP que del PSOE?
-Sin duda. Cuando Tudanca me quita la portavocía adjunta y nadie me avisa, teniendo que ir corriendo a la Universidad a darme de alta para no perder mis derechos laborales, del PSCL no recibí ni una sola llamada, excepto de la secretaria provincial de Palencia. En cambio recibí mensajes de apoyo de procuradores del PP y de palabra de Villanueva y Herrera.
-¿Por qué en el PSOE de Castilla y León se degollan en la plaza pública y no de puertas para adentro?
-El mapa político de Castilla y León es el que es: la Junta, las diputaciones, los grandes ayuntamientos son en una gran mayoría del PP y, por lo tanto, todas las personas, cargos y asesores son afines al PP. En el PP, si una persona quiere tener un puesto, tienen para repartir; sin embargo, en el PSCL hay muchos favores debidos porque estamos todo el día con primarias, asambleas, congresos, etc., y continuamente está despierta la posibilidad de que a mí me toca algo o me mueven de la silla. Eso lo hemos visto hace pocas semanas en León. Al haber menos poder y menos puestos hay más codazos y tensiones.
«Siguen con los mismos lastres y las mismas disputas por los cargos, que es el cáncer del partido»
-Sus compañeros le reprochaban que no tenía «cultura de partido», sin embargo usted vincula esos términos a traiciones y puñaladas traperas. ¿Es así de descarnado?
-Mi experiencia fue brutal. Salía destrozado de algunos plenos porque cuando iba a intervenir en el hemiciclo mis compañeros se iban y los que se quedaban ni me aplaudían. Yo no hice daño a nadie, sólo apoyar a un secretario general.
-Insiste en que Juventudes Socialistas es una escuela de «malas artes»
-Quieren vivir de la política y aprenden muy pronto a moverse.
-En su carta de despedida argumentó que al PSOE le faltan ideas. ¿Lo mantiene?
-El PSOE es un partido de idas y venidas.
-¿Cómo ve ahora al PSCL?
-Apenas lo sigo, pero veo que siguen los mismos lastres y las mismas disputas por los cargos, que es el cáncer del partido.