Antonio Piedra - No somos nadie

X el pito un sereno

«Cuando Rivera asegura que con Rajoy y con el PP ni a misa, suena a otra cosa más ligera, frivolona y de enredo a tutiplén»

Antonio Piedra

Rivera tiene problemas con las intenciones y las palabras en esta segunda vuelta electoral que sufrimos. Gente hay que ni le entiende. Durante la anterior campaña a nada -digo nada porque fue lo más parecido a una pasarela de boys en la que Rivera no consiguió marcar paquete ni siquiera con 200 proposiciones a pelo, que ya es impotencia-, corrió incluso por la red un chiste perverso que identificaba al político catalán con el «Primo de Rivera» de no me acuerdo quien. Bueno, sí que me acuerdo pero no tengo ganas de estrujarme la mollera: no cabe el nombre completo en este párrafo y aquí los dígitos son más exigentes que la dictadura del proletariado.

Ahora, el académico de la marca nenuco en dosis pedagógicas -huele a cuerpo de río heraclitiano, limpia como un algodón historiado, fija territorio como la cola de un lémur, y da esplendor como un instrumento con destino en lo universal-, se nos acaba de descolgar -cual Romeo por el balcón de Julieta- con dos propuestas novísimas que, en la superficie, hacen joven a Matusalén: nada de pactos con el PP, y supresión de primarias en ciertas circunscripciones -en Ávila, por ejemplo-, porque no hay tiempo o es mejor así. Qué somnolencia para un desodorante caducado. No indago en las profundidades que otros hacen, y que dan a entender que ambas propuestas aparcarían directamente en los arrabales del totalitarismo o del fascismo.

A buenas horas mangas verdes. No creo eso de Alberto, pues en política cada uno puede aparcar donde le dé la gana o se encuentre más cómodo. Pero cuando Rivera, con primo o sin primo, asegura que con Rajoy y con el PP ni a misa, suena a otra cosa más ligera, frivolona y de enredo a tutiplén: a fascículo muy fascilón por entregas del que sólo se derivan, como lectura única, fasciculitos envasados en nenuco fascilón y en atractivas dosis servidas en fascimonadas. O sea, una especie de marca lightde la casa Ciudadanospara que el votante fascinado se decida de una vez por las fascilidades del perfume rebajado.

Lo de las primarias a dedo -Ávila, Segovia, Cáceres, Vizcaya, Huesca y un largo etcétera- yo, como simplemente María, tampoco me lo creo a pies juntillas, aunque sea cierto que Rivera haya entrado a saco en el templo sacrosanto de las primarias. Sus razones tendrá el expendedor de nenuco para raptar Sabinas, o para quitar y poner candidatos de un modo tan fresco. Por muy fascioacontecido que pinten algunos el panorama, la verdad sigue siendo tozuda: entre enamorados sólo caben amores doblados. Ya advertía Sancho, cuando estaba al frente su Ínsula Barataria, que esto de quitar y poner gente a dedo no es más que una cuestión de regadío filosófico que, en definitiva, no afecta al gobernante: «Si da el cántaro en la piedra, o la piedra en el cántaro, mal para el cántaro». O sea, que nos toman por el pito un sereno.

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