Antonio Piedra - No somos nadie

La pitada

«El campo se llena de vascos y catalanes con una finalidad: pitar al himno nacional, pitar al Rey, pitar a España, pitar a los españoles. Pitar a todo cuanto empiece por e»

Antonio Piedra

Lógicamente -porque Castilla y León está muy lejos del campo del Atlético de Madrid-, escribo horas antes de producirse el gran acontecimiento terráqueo entre vascos y catalanes. Me sobran las dotes proféticas para adivinar la soberana pitada que nos espera , y de la que hoy domingo hablarán hasta los somorgujos del embalse de Barrios de Luna en León, que son los más hermosos y aristócratas que existen bajo la faz de la tierra. De estas pitadas futboleras habló así Nostradamus: cayó frente a una pelota/ la gran nación católica/ con esteladas rotas/ y gran estruendo de copa. Bueno, no exactamente así, pero como Nostradamus sirve lo mismo para un roto que para un descosido, pienso que pudo decirlo sin consultar a Jeremías.

Quien sí escribió al respecto fue un catalán realista y vanguardista del siglo XIX, llamado Joaquín Bartrina, a quien todos copiamos y recordamos cuando llega cada año la Copa del Rey: «Oyendo hablar un hombre, fácil es/ saber dónde vio la luz del sol./ Si alaba Inglaterra, será inglés./ Si reniega de Prusia, es un francés/ y si habla mal de España… es español ». Infalible. Y es que España somos un país repleto en desdichas olímpicas. A Quevedo le llevaban los demonios el anti españolismo de los españoles. Tanto que se inventó un libro entero como «La España defendida» para arrear estera. Alguna de sus invenciones ya entonces causaron risa, y ahora mejor no meneallas.

Lo excepcional es la Copa del Rey en sí que se juega, casi de modo sistemático cada año, entre catalanes y vascos. Cuanto coraje en el asador. Toda una casualidad a la que se añade otra más ocurrente aún: que el campo se llena de vascos y catalanes con una finalidad: pitar al himno nacional, pitar al Rey, pitar a España, pitar a los españoles. Pitar a todo cuanto empiece por e , pitar cuanto suene a eñe, y pitar de la primera a la última nota del himno nacional. Vamos, como si en la entrada se incluyera el silbato. Y claro, ¿qué van a hacer dentro de un gallinero tan resonante? Pues pitar a pierna suelta en un país en el que sobra la mitad de sus habitantes, y del resto unos son sordos y a los otros les da exactamente lo mismo.

Lo más increíble de todo por implicar una contradicción suprema: que estos anti españoles del silbato jueguen el partido sin partirse, que lo ganen o lo pierdan a partes iguales con ikurriñas y esteladas, y que se lleven la pasta gansa con derechos de imagen incluidos . Y el descerraje en cornucopias doradas: que el Rey les dé el trofeo, que el Gobierno celebre la pitada como algo normal, y que el resto de españoles se lo trague con unas tragaderas de Valladolid a Campaspero que, según cuentan los entendidos, son las mejores faringes que existen porque lo da gratis la ruta del almendro. Nada, que va a tener razón Jordi Pujol cuando dice que España se está cargando a Cataluña. ¡Jajajajaja!

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