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Pistacho: el rey de los cultivos leñosos
Castilla y León ha multiplicado por 3,5 su superficie dedicada a este árbol, hasta alcanzar las 1.700 hectáreas, cifra aún muy reducida para su potencial
El pistacho gana terreno campaña tras campaña. Castilla y León posee en la actualidad una superficie de 1.700 hectáreas dedicadas a este árbol procedente de Oriente Medio, que se alza como uno de los buques insignia de los cultivos alternativos en esta tierra. En apenas tres años, su extensión se ha multiplicado casi por 3,5 y ha pasado de estar presente en las provincias de Zamora y Valladolid a otras como Salamanca en su mitad norte, el noroeste de Ávila y la zona más oriental de Soria. Comarcas de inviernos fríos para afianzar después la floración y polinización donde, en los meses de verano, se registra el calor necesario con el fin de dar fruto sin riesgo de enfermedades, así como un ambiente seco. Porque se trata de un árbol que destaca por su notable rusticidad, al desarrollarse sobre suelos calcáreos, franco-arenosos, bien drenados y profundos, con un pH situado entre 6 y 8.
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El potencial del pistacho, dentro la tendencia de diversificación propia de la agricultura actual, se ve favorecido por la alta demanda nacional -unas 15.000 toneladas anuales-, muy lejos de cubrirse con la producción actual española, cifrada en cerca de 3.000 toneladas, ya que tan solo es posible cosechar en una de cada cuatro plantaciones por no haber alcanzado los árboles aún madurez. Lo mismo sucede en la Unión Europea. Sobre su viabilidad nunca han tenido dudas en la Asociación de Productores de Pistacho de Castilla y León, entidad surgida hace cuatro años que agrupa a unos doscientos socios de perfil muy variado. Desde jóvenes emprendedores centrados en un planteamiento ecológico a inversores, desde agricultores que buscan un complemento interesante a su economía a profesionales de la ciudad interesados en una salida a sus tierras distinta de lo convencional. Por eso, la entidad que preside José María Rey tiene una clara vocación divulgativa, plasmada en acciones formativas sobre aspectos como poda, labores en el terreno y gestión correcta de las parcelas.
Asesoramiento al emprender
En opinión de Rey, la elevada demanda de plantones por el «boom» del pistacho obliga tener paciencia para acceder a pies de calidad, «pues no se puede comprar la planta en el primer vivero que encontramos. Hace falta paciencia y asesoramiento, consultar, preguntar, porque a menudo nos llegan cuestiones de productores que han tenido un problema tras un mal inicio, y así es más difícil buscar una solución». Según el marco utilizado y las calles, el promedio de árboles por hectárea se sitúa en los 240, con un coste por unidad que está actualmente en unos diez euros, y sigue habiendo lista de espera para adquirir planta.
La superficie media de las parcelas dedicadas a este cultivo en Castilla y León ronda las dos hectáreas, aunque las hay hasta de diez, «una extensión que cuando los pistachos llegan a su producción como ejemplares ya adultos, a partir de los siete años, permitiría vivir a una familia». El rendimiento medio por hectárea oscila entre los 1.000 y 1.500 kilogramos -depende en gran medida de la aportación de agua, ya sean riegos puntuales en verano o sistemas de riego por goteo-, que se traduce en una rentabilidad de 6.000 a 8.000 euros. Cifras que justifican su expansión, «porque tenemos unas condiciones de suelo y clima tan favorables como las de Castilla-La Mancha, con 30.000 hectáreas, o incluso más, y representa un instrumento muy útil para frenar la despoblación».
En la localidad de Taragabuena, aneja a Toro, Félix Talegón puede presumir hoy de su plantación de veinte hectáreas de pistacho, forjada desde 2003, cuando asumió este desafío como un pionero. Audaz y resuelto, recuerda que en algún organismo oficial le dijeron que este cultivo no podría darse en la Meseta norte «por ser tropical». Merced a su empeño, trabajo y espíritu innovador, califica el balance como positivo. «Me he sentido muy solo. Empecé con cuatro hectáreas y la experiencia ha sido una lucha constante. El pistacho es el rey de las leñosas. Ahora tomo como modelo su gestión en California, donde los árboles dan fruto al quinto año y la cosecha se mide por varias toneladas», explica, al tiempo que destaca que este sistema basado en portainjertos se adapta mejor a los suelos profundos de Castilla y León para dar más producción.
Talegón realiza una enardecida defensa del pistacho frente a otras alternativas como el olivo, el almendro o el avellano, «pues dan la décima parte», y pide a las administraciones más apoyo, esfuerzo en investigación y formación, «porque debemos aprender de los profesionales que lo hacen mejor y más saben, en este caso Estados Unidos». Solo California registró en 2017 una producción de 272.000 toneladas, frente a las 158.000 de Irán, otra de las potencias de un fruto seco que crece en el clima propio de la franja situada entre los 30 y los 45 grados de latitud norte, con destino a aperitivos, medicina natural, colorante, repostería y cosmética. De hecho, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACyL) impulsa desde hace dos años un proyecto sobre adaptación y desarrollo del pistacho, para mejorar conocimientos relacionados con la adaptación, variedades, marcos de cultivo, orientación, injertos y podas, además de determinar su calidad mediante análisis organolépticos y sensoriales.
La producción actual en España es de unas 3.000 toneladas frente a una demanda cifrada en 15.000
En la misma línea formativa, ACOR y Piñonsol han celebrado recientemente una jornada para profundizar en esta materia. Dunia Virto, de la Escuela Universitaria Agrícola INEA, expuso datos edafoclimáticos sobre la provincia de Valladolid- unidades de calor, primera helada del otoño y última de la primavera...-, y precisó que el pistacho «es un cultivo interesante en determinadas zonas, que requiere un estudio más detallado en cada parcela, que resulta viable y rentable bajo ciertas premisas, y que debe verse como una inversión a largo plazo, ya que se necesitan alre dedor de diez años para recuperar los gastos». Por su parte, Hugo Martín Gutiérrez, del ITACyL, abordó aspectos como su evolución y posibles enfermedades, mientras que Adrián Jiménez Navas, del servicio agronómico de ACOR, centró su ponencia en las necesidades edafológicas y de clima, así como en la historia del pistacho, reintroducido en España en la década de los ochenta por iniciativas particulares, si bien hay constancia de su presencia en la Península Ibérica en la Hispania romana, bajo la dominación árabe y durante la Edad Media, aunque luego desapareció.