La pifia de Sáez

Las prisas, las chapuzas y los atajos son malos consejeros para realizar un trabajo. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha suspendido cautelarmente las oposiciones de 554 enfermeros y la Junta ha adoptado la decisión de aplazar las 331 plazas de médicos de familia, para no tropezar en la misma piedra. Un desaguisado que afecta a miles de aspirantes y que no contribuye a dar seguridad en el empleo, uno de los puntos débiles de la reforma laboral en la presente legislatura. Ante el varapalo del TSJ lo inteligente hubiera sido disculparse y asumir responsabilidades. Lo prudente, no culpabilizar al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas del desaguisado propio; o lo que subliminalmente dejó caer, que Montoro estaba detrás, extremo ayer desmentido por el propio consejero.

Las desafortunadas declaraciones se Sáez fueron refutadas por Salgueiro, delegada del Gobierno y antes viceconsejera de Presidencia y conocedora de los entresijos: la convocatoria se realizó fuera de plazo y sin cumplir la legalidad, afirmó. El consejero en su locuacidad dio otro paso y, sin querer, se puso fecha de caducidad: el fallo del TSJ, cuando entre en el fondo de la cuestión. Antes, estas afirmaciones resultaban válidas; hoy, sin mayoría en las Cortes y con la oposición pidiendo su comparecencia o dimisión, adquieren distintas proporciones, agrandadas por la comisión del Hospital de Burgos. Ayer ya habrá percibido que la situación es distinta, cuando tres sindicatos, que antes compartían mesa y mantel, se negaron a reunirse con él para plantear estrategias conjuntas. El fiasco de los opositores representa una losa para Sáez y para un partido en busca de votos, de los que esperan una regeneración de la política.