Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

La piel de esta tierra

«Por suerte nos queda este Louvre de la imaginería con su madera que habla»

La directora del Museo Nacional de Escultura, María Bolaños, junto a una de sus piezas ICAL

La piel de esta tierra es una piel arrugada y dura, como nudos en la madera. Una piel que no tiene nada de terciopelo, sino arpillera y siglos que es de lo que están hecho los paisanos de otra época. Las manos grandes, como las de los labriegos de Vela Zanetti, y el alma áspera. Paisanos que bien pudieran parecer desbastados de algún tronco de madera. Y esto es porque la escultura de Berruguete o Juan de Juni -entre otros muchos- se ha mirado en los hombres de esta tierra para hacer carne la madera.

La piel de esta tierra son pinares con pinos que soñaban con buenas lunas y ya sólo esperan procesionaria, porque la de imaginero es un oficio llamado a desaparecer. Esta tierra hecha de surcos a base de «arado, reja y rastrillo» donde los escultores la imitan y con sus gubias aran y siembran en la madera.

Y todos los siglos y las pieles de esos siglos, que son de madera - de escayola, piedra y mármol- se pueden ver en el Museo Nacional de Escultura. Al Museo le han otorgado ayer el Premio Castilla y León de las Artes. Aunque no necesitaba ningún galardón que reafirmase su importancia, no le viene mal para ver si así, de paso, la gente vuelve a entrar en los museos, que también parece cosa de otra época. El otro día me presentaron a una chica que decía que no necesitaba viajar desde que había descubierto la función «Street View» de «Google Maps»… «¡A la mierda!» Ahí nos vamos con ocurrencias como esa. Tal vez para evitar comentarios como este llevaran Aznar y Ana Botella a sus nietos a visitar el Museo esta semana.

Por suerte nos queda este Louvre de la imaginería con su madera que habla. El Nacional del Escultura, antaño Museo Provincial de Bellas Artes, puede que fuese la primera clínica de ‘lifting’ de la historia, preocupado por las «pieles» de esta tierra. Restaurar, conservar y difundir. Porque Castilla, ahora que los pueblos se están quedando en los huesos, esa Castilla milenaria y «pobladora de mundos» -por decirlo a la manera de Delibes-, tal vez un día sólo se entienda ya mirándose en las tallas de los que antes se miraron en ella.

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