Pedro y Baltasar

¡Navidad! Ayer las cantinelas del gordo desplazaron las de la campaña, igual de monótonas, pero las primeras con el atractivo del premio y las segundas como gotas de agua que taladran el cerebro. Los agraciados con la lotería disfrutarán, los políticos penaran los errores de una grosera y deslucida campaña. Les espera el carbón de los Reyes Magos. El primero para Pedro Gómez de la Serna y la dirección del PP si este diputado no es expulsado del grupo popular. ¿Se imaginan el significado de no regeneración, si comienza la legislatura con un presunto cobrador de comisiones indebidas en las filas? Peligrosa ambigüedad de Maillo ayer en unas declaraciones.

El otro para Antonio Silván junto al manual del buen gobierno. Este en su primera página habla de precaución para no hacer charcos, que salpican. Una elemental norma de prudencia que rima con ocurrencia, a las que es muy dado Silván. Entre las últimas, siguiendo el protocolo de fiestas que contempla que una carroza la ocupen los inmigrantes, nombrar rey Baltasar a un musulmán. El tema en sí carece de importancia, las cabalgatas nada tienen que ver con la liturgia; de hecho, cuántos no creyentes ya habrán sido reyes. El enredo procede de querer ser simpático, aún a costa de herir innecesariamente sensibilidades de algunos leoneses, acaso exageradas, y sin ganar un amigo, porque estos guiños de extravagancia, que no indican tolerancia, producen la irrisión y denotan el complejo de inferioridad de algunos líderes del PP que les aqueja desde hace tiempo, desangrando el partido en las elecciones. El Baltasar de León no da más de sí, pero sí otros temas que deberían llevar a Silván a saber dónde está, quiénes tiene detrás y a quiénes ha perdido desde 2011.