Ana Pedrero - DESDE LA RAYA
Surcos de sangre
«El mundo rural sangra y se muere y no necesita teóricos ni ecolojetas de salón»
El campo ha reventado. La tierra ha explotado, ha elevado la voz, un grito desesperado con tra un frontón. Surcos de sangre, hijos dolientes de las nefastas medidas de un Gobierno en manos de salvajes políticas especistas y animalistas.
Cuatrocientos mil agricultores, ganaderos, cazadores, de la tauromaquia, de la dehesa, el monte, el cereal, del bravo y la morucha, el regadío y el secano, han convertido las calles en el rugido del campo; el lamento hondo, profundo de la tierra, hartos de políticos a los que se le llena la boca con la España Vaciada, este eral en manos de quienes no la han horadado jamás con su suela ni la han trabajado con sus manos.
Mamones, chupones de chiringos, activistas de chichinabo que confunden un caballo de campo, de faena, con un purasangre; un mayoral con las estaciones escritas en el rostro con señoritos y terratenientes; a los obreros de la tierra con fascistas por clamar por lo que es suyo. Pijoprogres de la esterilización a destajo que nos salen a 80.000 al año, como Sergio García Torres, director de Bienestar Animal por la gracia del dedo, cuyo curriculum pasa por recorrer las plazas de toros haciendo la performance del tomate y la pintura o por abrazarse en pelota picada a un perro labrador. Qué tropa.
La tierra sangra. Sangran los árboles, huertos y cultivos donde es mejor dejar morir sus frutos que recolectarlos con el precio de la energía, combustibles, herbicidas y pesticidas disparado, con la nueva PAC que los tiene con la soga al cuello; sangran los ganaderos, que prefieren cerrar sus explotaciones a seguir con la ruina de los piensos, el forraje, saneamientos, mientras intentan desprestigiar la carne en favor de las hamburguesas veggie, el imperio del tofu; sangran los pastores que amanecen con sus ovejas muertas por ataque de lobo, sangra el propio lobo a los pies de los furtivos.
El mundo rural sangra y se muere y no necesita teóricos ni ecolojetas de salón; necesita consultorios médicos y escuelas, infraestructuras tecnológicas que hagan la vida más fácil y asienten la población del siglo XXI. Necesita alguien al mando que lo conozca y lo ame como lo conocen y aman sus gentes, que saben si va a llover por la caricia del viento.
Surcos de sangre, si hasta la sangre nos chupan.