Ana Pedrero - Desde la raya

La sentencia

«La sentencia nos hace invisibles y deja impune a un delincuente que no debería ponerse al frente de la educación de un niño; sentencia a un colectivo que es víctima»

No. No esperen una columna sobre la sentencia del caso de los ERE en Andalucía . Ríos de tinta corren sobre esa fallo, que revuelve las tripas de la sociedad decente. Hablo de la otra, de una sentencia que nos hace más pobres, menos libres, más vulnerables a todos . A todos. Un juzgado de Segovia ha absuelto a un maestro acusado de un delito de odio por los comentarios vertidos tras la muerte del torero Víctor Barrio . La sentencia considera que sus padres y su viuda han sido víctimas de un «voraz episodio de odio» pero no condena porque el colectivo que aglutina la Tauromaquia, profesionales y de aficionados, no son considerados colectivo como tal. Miles de hombres y mujeres unidos por su dedicación a una cultura milenaria protegida por Ley que son insultados, vejados, en una sociedad que ya no conoce los límites del respeto

Nadie, y digo nadie, en España, en el mundo, debería ser objeto de odio: homosexuales, musulmanes, negros, gitanos, mujeres, tirios o troyanos. Ni taurinos. Nadie. Supongo que esa es la primera premisa necesaria para la libertad y la tolerancia.

«Me alegro mucho de su muerte. Lo único que lamento es que no hayan muerto los hijos de puta que lo engendraron y toda su parentela. Bailaremos sobre tu tumba y nos mearemos en las coronas de flores que te pongan ¡¡Cabrón!!». Estas son las palabras que el energúmeno dirigía al torero segoviano mientras su cuerpo era velado. Una pequeña muestra del horror que sufrieron su joven viuda y su familia en las redes sociales. Lindezas parecidas se lanzaron contra un niño de siete años deseándole la muerte porque soñaba con ser torero. El pequeño Adrián , nuestro ángel, murió tras lidiar con un capotito y una muleta sus interminables horas de quimio.

Ante la gravedad de estos casos, taurinos y no taurinos, personas de bien, conocieron por fin la violencia que se ejerce sobre el colectivo taurino. Los medios generalistas no hablan de ello, inmersos en el movimiento de pervertir miserablemente los valores que nos rigen. La sentencia nos hace invisibles y deja impune a un delincuente que no debería ponerse al frente de la educación de un niño; sentencia a un colectivo que es víctima. Yo te acuso, yo no te absuelvo . Si me muero antes que tú, ya puedes ir a mear sobre mi tumba. Miserable.

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