Ana Pedrero - DESDE LA RAYA
Pedir perdón
«Me asquea la utilización política de las víctimas; el lamentable «y tú más» instaurado en unos y otros cuando necesitamos hombres de Estado que transmitan confianza a la población que permanece acojonada en casa»
Cada semana hago un ejercicio de reflexión porque vivimos un tiempo tan extremo que lo fácil sería caer en la demagogia, dejarse llevar por esta montaña rusa que me arrastra cuando leo que los futbolistas podrían hacerse test antes que miles de sanitarios; que centenares de liberados de Sanidad han intentado escaquearse y a nuestra querida Nuria, médico, el bicho se la ha llevado ya jubilada por no dejar desamparados a sus pacientes.
No es fácil asentar las letras en tiempos revueltos. Cada día que pasa pesa; los muertos aumentan, nos tocan el corazón. Nos duele el alma. Y hay que pasar de puntillas porque este túnel tiene un final y nos necesitamos todos. Necesarios para sostener una economía que se coge con alfileres; para abrazar a los que no se han despedido; para levantar el confinamiento de siglos que sufren pueblos y ciudades como la mía, donde comercio, hostelería y pequeña empresa nos necesitan más que nunca.
Me asquea la utilización política de las víctimas; el lamentable «y tú más» instaurado en unos y otros cuando necesitamos hombres de Estado que transmitan confianza a la población que permanece acojonada en casa. Acojonada y harta. No es tiempo para la poesía. Acaso no han mirado a ancianos y adolescentes desconcertados; a quienes no abrirán sus negocios; a los que te cruzas y no alzan la mirada por encima de sus mascarillas por puro miedo. No necesitamos crispación, enfrentar ni dividir. No ahora. Este virus no entiende de izquierdas ni derechas; nos ha partido por la mitad a todos. Ahora somos nosotros la prioridad.
Pero los gestos cuentan. Ante esta bofetada de humildad que nos ha dado la vida, el Gobierno de España ya debería haber pedido perdón al país, a quienes le votaron y a los que no. Esto no era una gripe un poquito más fuerte, no. Esto es un horror, una tragedia. Una pandemia desbocada que ha desbordado cualquier previsión, que ha vestido de luto vidas y sueños. Por eso ahora lo importante, por encima del rédito político, es la unión ante la situación de excepción que vivimos. Vivir, sobrevivir. En esto los ciudadanos somos un ejemplo. Después, mientras se dirimen responsabilidades, ellos seguirán a lo suyo. Y tú más. Nosotros arrimaremos el hombro, nos ayudaremos y miraremos de frente a la vida. Nuestra vida.