Ana Pedrero - Desde la raya

El pabellón del olvido

Ha faltado en Fitur el pabellón de la España Vaciada. El pabellón del #YoMeQuedo. El de los que no nos resignamos a ver morir nuestros pueblos

Ana Pedrero

Ha faltado en Fitur el pabellón de la España Vaciada. El pabellón del #YoMeQuedo. El de los poetas, el de los valientes. El de los que no nos resignamos a ver morir nuestros pueblos. El de los que luchan cada día para que no se apague la debilitada voz del mundo rural. A lo mejor no os han contado que en mi tierra el cielo es insultante de azul y limpio y que de noche las constelaciones planean sobre nuestros sueños porque no existe la contaminación. Que en los pueblos vacíos, a cielo raso, las luces no entorpecen la visión mágica, el milagro de las estrellas, las lunas y los soles.

A lo mejor no os han dicho que la piedra de Zamora se viste de naranja con el último sol de la tarde o que Salamanca es dorada al amanecer. No os han contado que en esta España rural donde aún huele a establo y a estiércol, ese olor a pueblo del que muchos hipócritas a los que se le llena la boca con la España Vaciada reniegan, también huele a pan recién horneado, a jaras y a hierba segada, al dulzor del mosto antes de consagrarse en vino. Que huele al lodo del río en el verano y al perfume de los tilos por la noche. Que el aire es caricia en las noches cálidas y azote en el invierno cuando baja de la sierra. Que Sanabria es una novia que se viste de blanco y que la Tierra de Campos es un mar de espigas plateadas en primavera, un horizonte infinito donde solo se recorta la silueta pobre del adobe, el palomar sosegado, el surco.

A lo mejor nadie ha sabido deciros que el Duero, el Tormes, el Pisuerga, entonan el mismo verso de madrugada. Que las encinas se retuercen de dolor en las dehesas y el campo charro porque se quedan solas. Que en este mundo de bullicio aún es posible despertarse con el cántico del gallo o la alondra. Que las golondrinas visten de primavera el cielo y que las cigüeñas son las únicas que ya no nos abandonan cuando llega el frío. Que las torres y campanarios marcan el tiempo sin prisa y los niños aún juegan sin miedo en la calle. Que la sobriedad románica es nuestra cuna y nuestra sábana, que la leyenda pasea por nuestras calles y ese pasado puede ser nuestro futuro. Tiene que ser futuro.

Han venido todos. En Madrid se han dado cita los principales profesionales del Turismo. Pero me han faltado los poetas, los guerreros de la España Vaciada, hombres y mujeres que sostienen sobre sus hombros el día a día y se niegan a dejarla morir de olvido. El pabellón del #YoMeQuedo de esta tierra en la que casi todos se van. Este pabellón del olvido.

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