Ana Pedrero - DESDE LA RAYA
No es mi ayuntamiento
«Cerrar la puerta a la patrona es discriminar a miles de zamoranos que respetamos un Estado aconfesional y a nadie exigimos nuestro credo»
El ayuntamiento es la casa de todos y un alcalde, sea el que sea, lo es también de todos.
Ayuntamiento viene de ayuntar, juntar, unir. Un todo que aúna distintas sensibilidades, ideas y colores; el reflejo de la calle, de la ciudadanía.
Andan revueltas las aguas en Zamora con la segunda negativa del alcalde, Paco Guarido, para que la patrona de la ciudad, la Virgen de La Concha, sea velada en las vísperas del Corpus en el ayuntamiento , como se hacía desde 1940. Ya en 2016 el alcalde y su grupo se negaron a la que imagen accediese a la Casa Consistorial para separar lo religioso de lo político.
Al igual que aplaudí su coherencia cuando se negó a jurar silencio ante el Cristo de las Injurias por no ser creyente , la exclusión, el desalojo de la Virgen de La Concha y sus cofrades me parece una medida sectaria que no cuadra para nada con la filosofía y el respeto que el alcalde muestra con todos.
En los balcones del ayuntamiento ondea la bandera arcoiris, la romaní, los reposteros de las cofradías de Semana Santa. En su salón de plenos se ha desplegado la bandera republicana, la del pueblo saharaui. Ejemplo de que nadie debe ser excluido, respetando las múltiples identidades y sensibilidades.
He asistido a misas en el salón de plenos transformado en capilla (con un altar oculto tras unas puertas y las reliquias de San Cucufate) en Corpus y he velado muchas noches a la patrona. El servicio municipal de Jardines se afanaba en decorar la puerta, arcadas, escaleras y salón con las rosas y flores de los jardines, convirtiendo el Consistorio en un lugar mágico, precioso. Era emocionante subir entre el tomillo y romero, aquella bienvenida a la Virgen, a su cofradía.
Cerrar la puerta a la patrona es discriminar a miles de zamoranos que respetamos un Estado aconfesional y a nadie exigimos nuestro credo. No queremos ser más, pero tampoco menos .
La devoción y la tradición a veces van tan unidas que es imposible desligarlas. El Ayuntamiento es casa de creyentes y no creyentes, ateos, agnósticos y mediopensionistas. Si rechazan a alguien, dejan de unir, de juntar.
Guarido nos niega casa legítima a miles de zamoranos. Sólo el respeto es la llave que abre todas las puertas. Esta vez nos la cierran en las narices. No es mi ayuntamiento.