Ana Pedrero - Desde la Raya
Libres os quiero
He sido rebelde desde la cuna, desde el mismo vientre de mi madre. He sido libre e independiente incluso para elegir mal y equivocarme; para crecer, para aprender de mis miserias y de mis errores. En mi pequeña tierra he sido la primera en traspasar puertas que llevaban siglos cerradas; me he partido la cara por defender sobre mis propias carnes, sobre mis espaldas, la igualdad, la dignidad de las mujeres. He quemado noches y madrugadas, he cerrado bares, he llorado, he sido valiente y también he tenido miedo. Soy y me siento mujer cada día de mi vida; igual y distinta de los hombres y de las demás mujeres. Y lo proclamo orgullosa porque nosotras somos la vida, la guerra, la paz, el futuro, el motor, la energía, el milagro, la parte sensible, fuerte, intuitiva, mágica del mundo.
Quizá después de la vida que he quemado me esté quedando desfasada; quizá no sepa reciclarme en este vertiginoso siglo XXI, pero nada puede alejarme más de mi concepto del feminismo y nada puede alejarlo más de la sociedad que algunas de las consignas en supuesta defensa de la mujer que lo único que hacen es denigrarla, empobrecerla, alinearla. Consignas que confunden a nuestras niñas, a esas jóvenes que piden regresar a casa solas y borrachas.
Y me pregunto qué es lo que falla si no hemos sido capaces de educar en la igualdad y el respeto a los hombres y mujeres del futuro. Esta sociedad polarizada e histérica que, después de partirme los nudillos llamando a miles de puertas, me llamará «facha» porque no quiero niñas ni jóvenes adoctrinadas, revestidas de un feminismo atroz que cada vez separa más al hombre de la mujer; que ajusta la libertad al largo de la falda; que convierte a todos los hombres en el enemigo olvidando que todos venimos de un hombre y de una mujer.
Clamo, alzo la voz con cada injusticia, me duele cada bofetón, sangro con cada crimen, abrazo sin cuestionar a las víctimas, ahora y siempre. Por ellas es necesario recordarle al mundo que aún queda mucho por hacer y que hacerlo no es cuestión de sexos, sino de voluntades. Juntos. Solo así llegará el día en que no haya nada que reivindicar, sin tener que mirar a los lados, ni hacia arriba ni hacia abajo. Sin miedo. Juntos. Desde la igualdad, desde nuestras maravillosas diferencias. Con una «cerocero», libres y valientes os quiero, mujeres.