Ana Pedrero - DESDE LA RAYA
Lágrimas
«Esta desescalada haciendo puenting; este acortar distancias, tocarnos, hacer fiesta clandestina; este virus de imbecilidad que no prescribe, este vivir como si nada ocurriese, este repunte, este poner en riesgo a los demás es otra tormenta»
Dicen que cuando llueve el cielo llora y la madrugada me ha sorprendido persiguiendo tormentas mientras mi tío Florencio apuraba sus últimas bocanadas de vida hacia el paraíso de los hombres buenos. Agua triste, limpia. Pena. Agua bendita sobre los campos que revientan de primavera, promesa.
Mayo rojo amapola preñando los trigos; lágrimas de cielo cárdeno, tormenta que estalla cada tarde como si dos titanes anduviesen peleando allá arriba. Lágrimas de cielo que lavan tantas lágrimas a puerta cerrada, sordas, hacia adentro. Agua que regresa al agua de este Duero donde emerge la vida, la fuerza. Agua que retorna al mar para ser océano, lágrima infinita del mundo.
Pequeñas lágrimas cantando la lluvia, ahora tan hermosa en el silencio. Llueve sobre mojado, despedida sin despedidas. Lágrimas, cristales y sal, dolor en miles de ojos que ni llorar pueden.
Agua y sangre en el costado derecho de la tierra, en el costado izquierdo de los hombres, mientras izquierda y derecha siguen a lo suyo, como si no fuera con ellos estas lágrimas que nos queman el alma. Agua y sangre en el surco, herida del Cristo doliente mientras cosemos vacíos a punto de cruz. Esta cruz.
Lágrimas de impotencia de médicos, enfermeros, auxiliares agotados. Que no son héroes; que son hombres y mujeres, carne y hueso, médula, corazón, machacados de tanto exponerse en primera línea para que cuando nos abren la puerta salgamos catapultados por la ventana, inconscientes, egoístas, como si no hubiera un mañana, el pie por la mano.
Lágrimas de quienes toman las manos de los que se van para que no estén solos en su travesía. Lágrimas de miedo de quienes pelean sin escudos por las políticas miserables de unos y de otros, si todos han metido mano en lo de todos. Lágrimas de impaciencia porque no llegan los prometidos test. Lágrimas de impotencia las de Susana, mi prima, médico, mujer, que no entiende tanta irresponsabilidad, tan poco sentido común, mientras ella no ha podido estar como profesional ni como hija junto a su padre.
Esta desescalada haciendo puenting; este acortar distancias, tocarnos, hacer fiesta clandestina; este virus de imbecilidad que no prescribe, este vivir como si nada ocurriese, este repunte, este poner en riesgo a los demás es otra tormenta. Llueven lágrimas de ira en mi corazón.