Ana Pedrero - DESDE LA RAYA
Indecencia
«Todos los grupos han acordado un plan de recuperación. Eso es la política. Eso es la decencia cuando lo que prima es asegurar la dignidad, los recursos de cada vecino, resucitar una Comunidad que se muere»
La decencia circula de boca en boca como si fuese la madre de todas las garantías, la palabra en la que se escudan unos y otros para defender sus políticas. Decencia en tiempo de indecencia. Decencia. Más de uno debería limpiarse la boca, rasparse la lengua para nombrarla.
Indecente es el espectáculo bochornoso, el bajo perfil político de quienes tienen sobre sus espaldas el peso de España, incapaces de ponerse de acuerdo por el bien común, de renunciar a un solo euro de los casi tres mil que perciben al mes mientras medio país sigue sin cobrar sus Ertes; mientras aumentan las colas en Cáritas de día en día. Indecente es la guerra de acusaciones, la utilización de los muertos, los debates inútiles cuando todos, izquierda y derecha, han esquilmado el sistema público de salud, unos desde su competencia nacional y otros desde la autonómica. Ninguno de los dos grandes partidos está limpio de polvo y paja; no se han enterado de que el «y tú más»; no les redime del delito, del pecado. Y yo, que no creo en el pecado, sí creo en la indecencia del que exprime hasta dejar en cueros, desprotegidos a sus ciudadanos.
En Castilla y León, aún a costa de incumplir la principal promesa del gobierno de coalición como era la eliminación del impuesto de sucesiones, todos los grupos han acordado un plan de recuperación. Eso es la política. Eso es la decencia cuando lo que prima es asegurar la dignidad, los recursos de cada vecino, resucitar una Comunidad que se muere.
Vivo en una tierra sin industria ni grandes empresas, en la España rural de los pequeños negocios y oficinas, del funcionariado y los servicios, donde ser mileurista es casi un lujo, cuando no un imposible para los autónomos, que nos pasamos el día rascando de acá y de allá para tirar. Es indecente que después de los tres meses que lleva el pueblo español sufriendo en casa, noqueado, detenido hasta en sus latidos, nos pidan ejemplaridad quienes no han hecho el más mínimo gesto con su propio ejemplo. Indecente es que sus señorías, a excepción del socialista Odón Elorza, hayan cobrado sus dietas de alojamiento y desplazamiento, esos 1.900 euros mensuales de propina sin gasto ninguno en lo uno ni en lo otro, a cuenta del común, cuando la mayoría estamos con la soga al cuello y no los ganamos ni sudándolos cada día.