Ana Pedrero - Desde La Raya
Cuando arde la tierra
«Este 2020 pasará a la historia como el año que nos robó la primavera, la libertad, la seguridad y la vida. El año que se ha llevado ilusiones, esperanzas y sueños, el año de las incertidumbres»
Cuando arde la tierra nos queman una parte del alma, del ADN, de lo que somos. Nos roban el paisaje, los recuerdos, el verde de los montes, los trigos dorados, el azul del cielo, las estrellas de la noche.
Cuando arde la tierra uno siente un dolor muy profundo, como si nos arrancasen de cuajo las raíces; como si se retorciesen de rabia los hombres y mujeres que trabajan los surcos con sus manos o pastorean por las sierras y los bosques, este oeste en la frontera, esta geografía del alma que conforma nuestro mapa, nuestros pueblos pequeñitos, desposeídos de casi todo.
Cuando arde la tierra se queda más vacía, más pobre, esta España Vacía de la que todo el mundo habla pero que pocos conocen; esta España que ya ha cerrado las puertas y ventanas de las casas hasta el agosto del año que viene; esta España que para muchos ha sido el refugio contra la pandemia desde otra pandemia: la del egoísmo, la de la irresponsabilidad, la de no cuidar a sus mayores, el más hermoso patrimonio que tenemos en esta tierra de memoria pétrea, románica, sin concesiones ni barroquismos. Así también su gente, mi gente, nosotros, sin aristas, macizos, de una sola pieza, cincelados a golpes de olvido, de silencios, Y aún así, en pie.
Zamora se mantuvo en vigilia, con el alma en un puño, la larga noche en que el fuego alcanzó las naves de Cobadu, la mayor cooperativa agraria de Castilla y León, el símbolo material y también espiritual del Bajo Duero, una tierra que vive de la ganadería, del campo; del sudor, del esfuerzo de miles de familias que se han convertido en la despensa de un país azotado por el virus. Una tierra ya seca, agostada, que clama por el agua que la alivie, que espera paciente el otoño y sueña con una nueva primavera, con nuevas cosechas.
Este 2020 pasará a la historia como el año que nos robó la primavera, la libertad, la seguridad y la vida. El año que se ha llevado ilusiones, esperanzas y sueños, el año de las incertidumbres.
Quizá por eso, porque nos pilla tan desnudos, tan a merced de la improvisación, tan quemados de todo, cuando arde la tierra se nos abren las carnes, nos duele el alma. Porque esta tierra que pisamos, que tocamos, es la única certeza que tenemos. Porque somos esta tierra, corazones encendidos, barro que no quema.