Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos
El partido soy yo
«Para meterse en política habría que tener vocación de cura»
Para meterse en política habría que tener vocación de cura. Una vocación que ni siquiera muchos curas han tenido a lo largo de la historia. El servicio público, como la trashumancia de almas, debería ser un fin en sí mismo y no una carrera por la jerarquía. Porque para ser político –como para ser cura en esta tierra de campanarios como espigas– «no se puede estar en misa y repicando», pero Tudanca no sabe del refranero más que cuando busca algún titular parlamentario.
Que algunos hablen de peso en Madrid cuando no pesan demasiado ni por aquí es irónico. De eso acusaba Tudanca a Herrera tras la reunión sobre dineros autonómicos que tuvo con Rajoy y de la que volvió en las mismas. En Madrid, como en la luna, el peso de un presidente autonómico es menor; por no decir ninguno. Tener peso en Madrid es esa ambición pueril con la que llegan a la capital todos los que van de provincias… Pero en Madrid es más fácil llegar a ser pesado que tener peso.
A los partidos –da igual Rajoy, Sánchez, Rivera o Iglesias– les gusta más el absolutismo que a Luis XIV. «El partido soy yo».
Y lo llamativo es que por aquí lo diga Tudanca, como si esta realidad fuera exclusiva de Juan Vicente Herrera. A Tudanca que, en el PSOE de Pedro Sánchez, le salva Óscar Puente. Y más cuando el comité federal se reúne el sábado con la idea de blindar a Sánchez frente a los barones territoriales, como antes –y con cauto absolutismo– hicieron Rivera e Iglesias. Susana Díaz, que fue la última que lo tuvo algo de peso y lo perdió, no irá al comité así que no se esperan motines el sábado en Aranjuez. Sánchez Godoy está tranquilo.
Y esta falta de interés en que las voces regionales tengan peso específico en los partidos contrasta con una política que coquetea con el plurinacionalismo, pero los líderes sólo quieren ser nacionales. Y plenipotenciarios.