Pablo Muñoz

Hay partido

PABLO MUÑOZ

A estas alturas de juicio, lo único claro es que la autora material tiene todas las papeletas para ser condenada

Cuando el pasado martes, una vez formado el jurado, comenzó el juicio por el asesinato a sangre fría de Isabel Carrasco, todo apuntaba a que las tesis de las acusaciones saldrían adelante con cierta facilidad. La única duda era si se podría mantener la cooperación necesaria en el crimen para Raquel Gago, o bien habría que apostar finalmente por el encubrimiento. Tres días después, las cosas ya no están tan claras.

El episodio de la llamada al 112 puede tener un efecto importante en el jurado, que hay que recodar que no es profesional y por tanto se mueve en buena medida por sus impresiones durante la vista oral. Pedro Mielgo, el policía jubilado, estaba considerado un testigo especialmente sólido, porque su actuación el día del crimen fue impecable. Ahora esto ha cambiado y la defensa de Montserrat González y Triana Martínez aprovechará su clamoroso error para poner en duda todo su relato, y en especial el hecho de que mantenga que hasta la calle Colón la primera llevaba el bolso con el arma, porque nunca la había perdido de vista.

Este punto es esencial para poder mantener la acusación de cooperación necesaria en el asesinato de Triana, puesto que de decaer esta solo se la podría condenar por tenencia ilícita de armas; ni siquiera de encubrimiento, porque a la que habría protegido es su madre, y eso no tiene reproche penal.

La defensa, además, insiste mucho en que la llamada que la madre hizo a su hija a las 17.19 del día del asesinato fue antes de perpetrar el crimen, que sin embargo la Policía sitúa «aproximadamente» a las 17.15. Si prospera la tesis de la defensa, habría otro dato clave para exculpar a Triana de participar en el plan, y cabría su versión de que tras el anuncio del crimen que le hizo su progenitora ella salió corriendo a su encuentro, la vio tirar el bolso en un garaje y ella lo recogió porque pensaba que había utilizado la pistola reglamentaria de su padre y le podía causar problemas.

A estas alturas, lo único claro es que Montserrat González tiene todas las papeletas de ser condenada a 23 años. Hay partido.

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