Vicente Ángel Pérez - Corazón de león

Partiditos (I)

«Una semana después de las elecciones nadie ha dimitido, por lo que se supone que nadie ha perdido y, ni mucho menos, fracasado»

VICENTE ÁNGEL PÉREZ

Una semana después de las elecciones nadie ha dimitido, por lo que se supone que nadie ha perdido y, ni mucho menos, fracasado. La vida sigue igual en el limbo político. En el solar patrio sólo dimite un alcalde de tierras mineras porque sus camaradas comunistas de IU le han dado la espalda a los trabajadores del carbón; o sea, a quienes aprendieron de sus mayores cantar «Santa Bárbara bendita…», a quienes se resisten a la muerte anunciada y, ya dictada, por Bruselas. Juan Carlos Lorenzana, alcalde de La Pola de Gordón, único municipio leonés gobernado por un partido que fue PCE, luego IU y ahora Unidos Podemos, ha dado un ejemplo de honradez y coherencia con su dimisión, pese a ser consciente de que la salvación de las cuencas mineras era una batalla más que ardua.

Por esta España sólo dimite por dignidad el alcalde de una localidad leonesa y no lo hacen tantos políticos que el otro domingo perdieron la confianza de miles de seguidores. Pero tampoco se sabe de alguna dimisión en los sesudos analistas que confeccionan y cobran una pasta gansa por esas encuestas que los medios de comunicación lanzan al aire con la certeza de un oráculo divino. No han dado ni una, dicho sea en breve y en directo: ni ellos, los llamados consultores, ni los periodistas-tertulianos, que tanto daño están haciendo a la profesión con su frivolidad y escaso rigor. Ni consultores ni periodistas han dimitido esta semana pese al estrepitoso fracaso de sus análisis, proyecciones, encuestas, escritos y charlatanería respecto al resultado de las elecciones. Ahí siguen, explicando con sus peroratas y, a toro pasado, por qué ocurrió el pasado domingo lo contrario a lo que habían pronosticado e informado. En fin…

No es éste el lugar para mayores consideraciones sobre el futuro de España tras las elecciones del pasado domingo. Doctores tiene ABC para ello; sabios y, por lo general, acertados. Aquí, en este lugar, lo que cabe es, por ejemplo, hablar de los partiditos que devienen en partidazos; o sea, esa panda de colegas que se unen para formar un partido y aspirar a conseguir una subvención estatal con el programa de cambiar el mundo. Ya se sabe que la de político es de las pocas profesiones para cuyo ejercicio no se requiere título universitario, ni siquiera de bachillerato, ni oposiciones, ni formación profesional, ni saber sumar o restar. Y así, pasa lo que pasa, que cualquier individuo sin oficio ni beneficio puede no sólo apuntarse a un partido e ir ascendiendo peldaños merced a su palabrería o su desfachatez, sino incluso crear un partido de andar por casa.

Por tierras leonesas hay partidos (partiditos que son un partidazo para sus ideólogos) que han conseguido uno o dos votos en localidades con centenares de votantes; vamos, que no los votan ni la familia.

Ello se merece un próximo artículo.

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