Pablo Andrés Escapa lanza en «Fábrica de prodigios» una mirada «humorística» hacia «lo más extraño de la realidad»
«Para mí la literatura es un trabajo artesanal», sostiene el autor de León y bibliotecario de la Casa Real, que presentará esta semana su nuevo libro en Madrid
Un exótico pájaro que año tras año permanece inmóvil en la jaula de una barbería, un oscuro poeta de dudosa factoróa que esconde secretos que años después relevará su biógrafo y un anciano en cuya vida irrumpe el diablo son los protagonistas de los tres relatos reunidos en la última obra del escritor leonés Pablo Andrés Escapa, «Fábrica de prodigios», unos relatos más largos de lo que nos tiene acostumbrados aunque evita entrar en el terreno de la novela: «Una vez que empiezas a escribir hay que dejarse llevar por las leyes internas que va creando el propio relato», justifica. Como hilo conductor o más bien como nexo de las tres historias, «una mirada humorística hacia lo más extraño de la realidad». Quería, nos cuenta el autor que hace unos días pasó por Valladolid para la presentación de su libro, «dar esa sensación de perplejidad ante lo cotidiano. "La realidad tiene recovecos que son tan valiosos o más significativos que las apariencias. Yo escribí tres historias en las que los personajes intuyen eso pero no están seguros de que la realidad que perciben no sea una alucinación propia o una manía personal». Y es en la solución de esa duda donde va creciendo el relato «hacia la aceptación de lo extraordinario y de lo cotidiano».
De esta manera el escritor y también bibliotecario de la Casa Real da una vuelta de tuerca a una reivindicación que ya hizo en su anterior libro, también de relatos, «Mientras nieva sobre el mar». Han pasado cinco años desde que Páginas de Espuma, responsable también de la nueva obra, editara este volumen. Dice Pablo Andrés Escapa que le gusta trabajar «sin prisa». «Para mí la escritura es un trabajo artesanal y soy un escritor que no avanzo si no estoy conforme con lo que tengo anteriormente». De esa manera, asegura, «vas entrando en relato de otra manera, de una forma tan honda que es el propio relato el que alimenta la estructura». De hecho, explica que su costumbre es dejar lo escrito durante unos meses en el cajón y releerlo pasado un tiempo.«Es ahí donde me doy cuenta normalmente de lo que sobra, no de lo que falta. Esa labor de recortar y de pulir para mí es parte de la escritura».
De lo que se ha alejado en esta ocasión es de la descripción de esos ambientes y paisajes del noroeste que tanto condicionaban algunos de sus anteriores relatos porque estas historias le pedía «un ambiente más urbano que rural» y a él dice que «el paisaje urbano no me conmueve». Sí en cambio vuelve a beber de fuentes cervantinas y en ese sentido detalla que su última obra tiene más que ver con la primera, «La elipsis del cronista» (2003). «Está más cerca de las Novelas Ejemplares en un propósito que Cervantes declaraba en El Quijote, en el que hay un momento en el que dice cómo tienen que ser las novelas y las fábulas». «Estas tres historias son tres desatinos, tres disparates y el punto de partida es anómalo. ¿Cuál es el desafío de la literatura? Llevar al lector y hacerlas verosímiles».
Protagonistas con nombres creíbles
Hilario Luna, Porfirio Aldama, Corino, Saturnino... Son algunos de los nombres propios de estos relatos; ¿por qué nombres tan rebuscados? «Más que rebuscados son antiguos», nos corrige el autor, quien considera que lo importante es que el escritor se crea el nombre con el que bautiza a sus personajes, ya que «en la medida en la que se lo cree lo puede hacer verosímil para el lector». Señala que el hecho de buscar estos nombres que «no son comunes» lo que permite es «sacar a la fábula del contexto más inmediato y darle una dimensión simbólica, que es lo que a mí me importa a la hora de escribir».
«Fábrica de prodigios», que salió a la venta el pasado miércoles 13 de febrero, se presentará este próximo jueves 21 de febrero en Madrid y en marzo volverá a Castilla y León, donde Pablo Andrés Escapa hará parada el 15 de marzo en Salamanca y el 29 en León.