Otro guiño guay

Casi han coincidido el cierre del Museo del Toro de Valladolid por el gobierno municipal y el decreto ley de la Junta de Castilla y León que prohíbe el alanceamiento público del Toro de la Vega . A los aficionados nos insultan los animalistas, nos ningunean los taurinos y seguimos con la afrenta de las administraciones. Así olvidamos por unos días los paseíllos judiciales de la Perla Negra para centrarnos en la demagogia de los derechos de los animales , no reconocidos en ordenamiento jurídico alguno.

Entre los desvelos del Ejecutivo regional figuran al mismo nivel la despoblación, la calidad de los servicios públicos, el empleo y el bienestar de un astado de cabeza imponente y cincuenta arrobas de peso, que no deberá ser ejecutado ante los asistentes a un torneo regulado. Como corresponde a una cultura de la imagen , ahora hay que asegurar que la muerte del morlaco no se vea, porque así es como si no existe. La medida sienta un prececente peligroso de cara al futuro de otros festejos populares, las corridas e incluso la caza, aunque se diga lo contrario. Tordesillas era un bastión esencial de la tauromaquia hostigada que ha sucumbido, para regocijo de Jorge Javier y acólitos del «Sálvame».

Además, refleja hasta qué punto se cede manseando en tablas a las presiones de una minoría ruidosa y violenta como la antitaurina, que pide más. Una realidad demoledora . Esta claudicación encaja en el espíritu «moderado» -tibio e indefinido- que propugnan muchos para un PP que h a dejado sus principios por el camino . Eso del ideario conservador, liberal, reformista o democristiano resulta harto casposo, aburrido, y lleva no al turno de Cánovas y Sagasta, sino a los verracos de Guisando o el oso de Favila. Mejor subirse al carro guay de moda , a la moto de lo estupendo, para hacer guiños a los nacionalistas, a los progres, a Raúl Castro y el último, made in Castilla and León, a los animalistas. Urge que se hagan mirar el tic. ¡Ya!