«En la Orden, llevamos ocho siglos de democracia para elegir a la abadesa»

Una hermana, en el obrador del convento F. HERAS

Cada vez que hay una cita electoral, las hermanas clarisas del convento de Santa Isabel reciben, como cada ciudadano -salvo las hermanas sin nacionalidad española que no pueden votar-, el documento que confirma que están inscritas en el censo electoral y, por lo tanto, pueden ejercer su derecho al voto. Cuando llega el día, todas acuden a su colegio electoral, en este caso al Instituto Núñez de Arce , situado a pocos metros del convento, donde depositan sus papeletas.

Acuden en pequeños grupos de tres o cuatro monjas y siempre antes de las doce, hora a la que celebran la Eucaristía. Hace más de 40 años que no tiene que pedir autorización alguna para poder romper la clausura , dado que pueden salir para ejercer todos sus derechos civiles y atender a las necesidades sanitarias o sociales, ya que es la madre abadesa la que tiene toda la potestad para permitir las ausencias del convento.

La orden de Santa Isabel de Hungría, fundada por Santa Clara y San Francisco en 1212, «lleva ocho siglos de verdadera democracia interna porque nosotros elegimos desde entonces a la abadesa cada tres años », explica la responsable del convento vallisoletano. Este año toca renovar el cargo, aunque «no hace falta hacer campañas porque nos conocemos de sobra», asegura entre risas.

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