Vicente Ángel Pérez - Corazón de León
Oposiciones
«Se quejan por León los empresarios de la hostelería, los del taxi y los del Barrio Húmedo porque se van a perder las ganancias que aportarían ocho mil aspirantes a enfermeros»
El próximo domingo, León tenía previsto acoger a ocho mil aspirantes a una plaza de Enfermería en la Sanidad de Castilla y León que deberían realizar el correspondiente examen de oposición. Ocho mil en León y doce mil en Valladolid. En total, veinte mil personas que se jugaban a una carta años de espera, de estudios y de gastos por conseguir el trabajo de su vida; años de incertidumbres (pues las últimas oposiciones fueron en 2009), de preparación y estudios, de esperanza a pesar de que en el bombo de la lotería había veinte mil bolas de las cuales sólo 554 serían premiadas con la ansiada plaza. Repetición de la jugada, por si los números conducen a la confusión: hay veinte mil personas que se presentan a unas oposiciones de Enfermería para 554 plazas. Tremendo.
Sí, tremendo y terrible, que la convocatoria de estas oposiciones haya sido suspendida diez días antes de la fecha fijada para su celebración. Lo ha dictado el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, a instancias de la Administración General del Estado; o sea, un lío del afamado papeleo burocrático que ha desembocado en un río de decepciones, desde las más que justificadas de los nobles opositores, hasta las más injustificadas de los innobles oportunistas.
Dicen las crónicas que «a principios de mes los teléfonos de los hoteles leoneses echaban humo con las llamadas de los enfermeros en busca de los últimos alojamientos. Muchos ya tuvieron que reservar su habitación fuera de la ciudad y ahora los teléfonos han comenzado a sonar para anular las reservas». Y, aunque no lo digan las crónicas, las habitaciones por la noche del sábado se cobraban a cien euros o más. Había que aprovechar el tirón de los necesitados y, hosteleros sin escrúpulos creyeron ver en la noche previa a las oposiciones la caja en un mes otoñal. ¡Pobres opositores, pagando a precio de lujo la cama en la que no van a conciliar el sueño, pues su única pesadilla será el examen mañanero!
Se quejan por León los empresarios de la hostelería, los del taxi y los del Barrio Húmedo porque se van a perder las ganancias que aportarían ocho mil aspirantes a enfermeros. Y culpan a Valladolid, como no podía ser menos, aunque Valladolid, que alguna culpa tendrá en tal desaguisado, le pase la pelota al ministerio de Hacienda. Y, por supuesto, la otra oposición, la política, se ha lanzado a la liebre para pedir la dimisión del consejero de Sanidad, quien asegura que los sindicatos eran conocedores del asunto.
Lo penoso no es que los hoteles y bares leoneses se queden sin ocho mil clientes la noche del próximo sábado, sino que veinte mil personas que aspiraban a una plaza de enfermería en Castilla y León vean frustradas sus aspiraciones laborales en una profesión vocacional y nunca suficientemente pagada.