La ‘oportunidad’ del Covid en las UCI
Comienzan a recuperar a sus «habituales» pacientes, pero la pandemia supondrá un antes y un después en las unidades de críticos
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UCI (Unidad de Cuidados Intensivos). Hasta hace 17 meses muy pocos eran los que estaban familiarizados con estas siglas. Pero llegó una pandemia y todo lo cambió. Estas unidades sanitarias pasaron de ser prácticamente desconocidas para la población general -salvo por alguna circunstancia ... personal o cercana- a estar a diario en boca de todos, ante la avalancha de enfermos Covid y el riesgo de colapso que han sufrido por ello en olas precedentes.
Sin embargo, pese a la velocidad adquirida por esta quinta onda en las últimas semanas de julio y primeras de agosto, los efectos de la vacunación entre la población más vulnerable han logrado frenar la llegada de pacientes a estas unidades -en el pico más alto, el 11 de agosto, eran 91 los ingresos por Covid en estas unidades frente a los 353 del 1 abril-, que han ido recuperando paulatinamente sus ingresos comunes previos a la crisis sanitaria, enfermos graves con un compromiso vital pero cuya recuperación es factible.
Por lo general, son pacientes neurocríticos , con hemorragias cerebrales de diversos tipos o recién operados de tumores cerebrales, pero también con patologías cardiacas graves, insuficiencia respiratoria -de otro origen que no es la Covid-, infecciones bacterianas, problemas metabólicos y, sobre todo, alertan desde finales de junio, politraumatismos graves ocasionados por accidentes de tráfico. «Estamos recuperando aquellos pacientes que teníamos antes y que desde el inicio de la pandemia habían cambiado» , confirma José Antonio Fernández Ratero, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Su compañero en el Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid, el doctor Pedro Enríquez, puntualiza al respecto: «Ha sucedido un hecho curioso durante las diferentes olas que hemos tenido: según aumentaban los pacientes Covid, la incidencia del resto de patologías bajaban mucho», un comportamiento que vincula al confinamiento durante la primera ola, pero luego también, advierte, «porque la gente no acudió a los centros sanitarios».
A día de hoy, la situación en la que se encuentran estas unidades nada tiene que ver con la intensa e insólita experiencia vivida meses atrás. Actualmente son menos las UCI que requieren de camas en espacios extendidos, aunque la media de ocupación es aún del 20%, con 74 enfermos, según datos de ayer. No obstante, y al margen de que estos datos sigan mejorando y se evite -o no- una sexta ola, los profesionales sanitarios de estas unidades afirman, sin ningún tipo de duda, que la pandemia supondrá un antes y un después para estos servicios y sus profesionales. No sólo porque «ha puesto en evidencia problemas del sistema sanitario que nos deberían hacer reflexionar y cambiar», apunta el doctor Enríquez -pone como ejemplo la gestión de las listas de espera-, sino también por la necesidad de tener en cuenta «el agotamiento físico y psíquico» al que les ha llevado estas «situaciones límites», considera el doctor y presidente de la Sociedad Castellano y Leonesa de Medicina Intensiva, Luis Tamayo.
Esa experiencia extrema ha llevado a estos servicios a darse cuenta de su «plasticidad», pero en el caso del Hospital de Burgos, opina el facultativo Fernández Ratero, a la imperiosa necesidad de contar con una unidad de cuidados intermedios, servicios «no tan costosos como una UCI, de un alto nivel tecnológico y un número de personal muy superior», en los que «se pueda atender a pacientes que quedan con secuelas importantes de la Covid u otros enfermos que sin ser agudos requieren de una asistencia especial».
Beneficiarse de técnicas
Pero la pandemia no sólo ha puesto de relieve la necesidad de este tipo de unidades «puente». Uno de los escasos «beneficios tangibles» que ha tenido la lucha a contrarreloj frente al virus en estos servicios ha sido la puesta al día y a marchas forzadas de los profesionales en técnicas y tratamientos de los que ahora se pueden beneficiar otros pacientes. El doctor Enríquez pone el claro «ejemplo» vivido en el Río Hortega con las técnicas de oxigenación extracorpórea (conocida como ECMO), un tratamiento que se estaba comenzando a introducir en el hospital vallisoletano meses antes de la pandemia y que al convertirse en centro referente en plena escalada para aplicar esta técnica -junto al Clínico de Salamanca- «todo el personal ganó en experiencia y conocimiento», lo que enseguida se vio reflejado en los resultados: «La mortalidad de esos pacientes sin esa técnica hubiese sido de entre un 80 y un 90 por ciento y a día de hoy, en los enfermos Covid con ECMO la mortalidad es del 35 por ciento».
La mejora en «el manejo de la ventilación mecánica no invasiva ha sido clara», coincide el médico de la UCI del HUBU , donde pasaron de tener «20 ó 25 pacientes a 400», por lo que «evidentemente las destrezas y el manejo cogido hace que estemos más seguros». Otra cuestión que ha evidenciado, en opinión del doctor Pedro Enríquez, es el beneficio de trabajar en red contando con hospitales de referencia: «La sociedad quiere tener los recursos muy cerca y es entendible, pero hay que explicar que esto es imposible de conseguir para muchas enfermedades que son muy graves y poco frecuentes».
Coinciden también los facultativos en que la pandemia ha revelado «la verdadera importancia de los cuidados intensivos en cuanto a sostener pacientes críticos durante mucho tiempo» -un enfermo Covid tiene una estancia media de casi un mes- en un sistema sanitario que por lo general, opina Enríquez, «prima mucho la actividad asistencial programada», al ser la que llega más a la sociedad por el volumen de pacientes y por conllevar problemas más mediáticos como los retrasos en las listas de espera. Asimismo, creen que otra «consecuencia positiva» del virus es el cambio de la percepción general sobre la supervivencia de los enfermos en las UCI: «Ingresar en 2021 en esta unidad es un sinónimo de que el enfermo se va poder recuperar», lo que piensan que se ha demostrado con el virus a medida que se tenía más conocimiento de él.
Estos facultativos no consideran que estos servicios estén ahora a falta de recursos humanos , con un escenario muy distinto al inicio de la pandemia. Tampoco sobran y además, resalta el presidente de la Sociedad Castellano y Leonesa de Medicina Intensiva, se trata de «una dotación de personal de acuerdo a las UCI estándar y la demanda que se tenía de forma habitual», ya que recuerda que en los primeros meses «todo era escaso». No obstante, los tres médicos entrevistados coinciden en la necesidad de solucionar el «infinito» nivel de temporalidad. No sólo se trata de dotar de recursos humanos, sino de «afianzar los contratos de la gente que venga, que periódicamente salgan plazas para que el personal interino vaya asegurando su situación laboral» y así evitar que «se vayan a otras comunidades», subraya Tamayo.
Papel vital de la enfermería
Poner de relieve el trabajo de cada profesional de esta unidad y homenajear a los pacientes y a sus familias es lo que pretende el libro ‘La UCI frente al Covid-19. Experiencia en la UCI del Hospital Universitario de Burgos’, escrito por parte del personal implicado. Entre los capítulos a reseñar, el doctor Fernández Ratero destaca el papel «clave y vital» de la enfermería, en lo que coincide también Pedro Enríquez: «Cuando en marzo de 2020 no se conocía prácticamente nada del virus y había que entrar en un box y enfrentarse a un enfermo que requería muchas técnicas invasivas y estar físicamente cercano a él, sin saber a lo que nos estábamos exponiendo realmente, el personal de enfermería nunca regateó esfuerzos y cuidados y jamás preguntó . Entraba a hacer su trabajo con la misma profesionalidad de siempre y esto creo que no se ha subrayado lo suficiente».
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