Los nunca vistos

El BCE ha declarado la muerte lenta de esos amigos que a la hora las cañas hacían como que pagaban y sacaban el billete de 500 euros. «¿Cómo que no los aceptan? Pues es que sólo tengo esto». ¡Lo que daban de sí los billetes de quinientos! ¡Véase! El billete en cuestión es en realidad un elemento de postureo, algo exagerado para el bolsillo. Pero enseñando uno -y no gastándolo, claro- se llegaba a final de mes más holgadamente.

Yo nunca tuve uno en propiedad, así que no pongo demasiadas pegas al Banco Central Europeo porque quiera retirarlo sosegadamente.

La razón ha sido «la preocupación porque este billete pueda facilitar las actividades ilícitas». ¡Qué retiren también los de cinco y las monedas de céntimo! Habrá quien todavía le eche la culpa de la corrupción al papel moneda. Bendita inocencia. De la moral ni hablamos.

El paraíso fiscal castellano de toda la vida, que fueron un hoyo y encima un pedrusco o el relleno de un colchón, ahora ya no va a ser lo mismo. El hoyo en el terruño estaba preparado para los billetes de quinientos euros. La misma cantidad en billetes de doscientos no coge igual en el «bujero». El billete de quinientos era tan cómodo, o más, que las plumas de oca. Pero con este cosmopolitismo, entre Panamá y Suiza, el terruño se queda pequeño.

Quédese el lector tranquilo si tiene alguno, o interés en conseguirlo, que la cosa va para largo. Tan largo como que hasta 2018 no dejarán de emitirse.

En Castilla y León daba para algún billete de quinientos por eso de que vivimos en una de las regiones de España con mayor renta per cápita. Pero no está mal que el BCE los retire a ver si dejando de tentar por ahí al personal nos dejan de crecer parques eólicos con más sombras que luces. Y así sucesivamente.