El nuevo PP

La era post Herrera ha comenzado. Tenemos al presidente de la Junta vivo y coleando cuando en algunos instantes, a tenor de los acontecimientos, pareciera que el Partido Popular de Castilla y León sufre de vértigos ante la orfandad. El centroderecha español siempre ha sido un partido presidencialista: Fraga, Aznar, Rajoy… Me dejo a propósito a Hernández Mancha porque fue un suspiro con gracia andaluza y poco más.

Todo aquello que desde otras formaciones políticas se ha criticado al PP tiene su parte de verdad y la que no. Las decisiones importantes y las sucesiones se han hecho de arriba abajo desde el inicio de la democracia. Pocas, muy pocas son las ocasiones en que los congresos de cualquier nivel han sido abiertos y sin acuerdos previos. Por eso, no es de extrañar que la situación que estos días se vive en las sedes populares de las nueve provincias son un tanto vertiginosas.

¿Las causas? Herrera ha apurado en exceso los tiempos, con lo que hasta el último momento cabía la posibilidad de un tutelaje desde la presidencia del partido. Pues no, al revés, será presidente de la Junta hasta el final, pero no del partido. Su orgánicamente número dos, el alcalde de Salamanca, siempre dijo que aspiraba a sucederle y en eso ha estado granjeando apoyos y nombre a nivel nacional, regional y provinciales. Su parte débil es su poca proyección mediática, pero «el aparato» lo tiene más que trabajado. Antonio Silván, su oponente, es sin duda el preferido de Herrera y del actual Gobierno regional. Se lleva viendo desde hace tiempo. Tiene una aureola mediática sencillamente arrolladora. Talante y experiencia. Pero no cuenta con los dos o tres comodines nacionales de su contrario. Finalmente, ha surgido el problema de los afiliados; un listado a todas luces sin diferenciar la figura del simpatizante a la del afiliado con pago de cuota. Pronto la solución.