Artes&Letras

De nuevo el exilio y el amor

Javier Montes convierte a Rosa Chacel en personaje fundamental de su novela «Varados en el río», un protagonismo que comparte con Manuel Puig, Stefan Zweig y Elizabeth Bishop

Escultura de Rosa Chacel, en Valladolid F. HERAS

NICOLÁS MIÑAMBRES

Consultando el nombre y la obra de cuatro famosos intelectuales del siglo XX, y sobre su apasionante vida en Río de Janeiro, el lector tiene una extraña sensación: la de hallarse ante un joven autor, Javier Montes, que acude a Brasil por efectos de un fracaso amoroso y termina urdiendo una excelente novela sobre la vida de estos cuatro intelectuales exiliados. La novela acaba siendo una especie de testamento vital, y sobre todo estético: Rosa Chacel, Manuel Puig, Stefan Zweig y Elizabeth Bishop dejan su huella de una forma inesperada. Cada uno de ellos es hijo de su tiempo y de sus amores, y ambos factores forman la condición del título. Los cuatro están «varados» en Río, con la particularidad de que la ciudad brasileña y sus variados encantos no pasan desapercibidos para los escritores. Y es precisamente esta egregia condición lo que se yergue por encima de sus miserias.

El autor dedica a la escritora vallisoletana casi cuatro capítulos, además de recoger gran cantidad de sus reflexiones

De entre la personalidad sublime de los escritores, llama la atención el tratamiento que recibe la vallisoletana Rosa Chacel, aparentemente menos afortunada. Estamos ante una mujer humilde, exiliada de España, que en teoría no ha tenido una existencia comparable a la rutilante trayectoria de los demás. Si acaso su coexistencia con el pintor Timoteo Pérez Rubio ha cambiado su vida provinciana, pero no su obra, como veremos líneas más adelante. Pero Rosa Chacel captó de forma sublime lo que el autor dice después de Río, la ciudad brasileña: «Es un lugar y es una idea de lugar». La observación se comprueba cuando leemos las impresiones de los escritores al acercase y vivir en ella. Es, de alguna manera, una especie de toque de atención literaria, de efectos sugestivos e inmediatos. Esa es una de las causas de la belleza de la obra, la mirada diversa de estos intelectuales europeos, que muestran una vez más «que hay tantos Ríos como personajes lo vivieron». Con todo, es justo confesarlo y advertirlo: «Río es un destino especialmente complicado para un destierro». Cosa bien distinta es el resultado que se extrae de tanto sufrimiento. La condición económica de los personajes y especialmente su sensibilidad y cultura es el fundamento para crear cuatro semblanzas distintas.

Y por encima, Chacel

De esta diferencia de condición se deduce la atención tan especial que Javier Montes dedica a Rosa Chacel, presente en dos aspectos de su vida: en lo material, dedicando a la vallisoletana casi cuatro capítulos, además de referencias personales muy detalladas que recogen gran cantidad de citas y reflexiones suyas. No se olvide que Rosa Chacel escribió sus diarios sin saber si llegarían a publicarse: «olvidada por la España de Franco, indiferente para los intelectuales de un Brasil que apenas la tolera, «Alcancía es pura escritura en soledad». Y que su estancia en Brasil correspondió a un exilio doloroso, alejada de una España que subsiste en condiciones precarias. Todo esto explica la condición de su literatura y de su actitud: «Chacel se autorretrata sin ceder a ese narcisismo. Su mirada descarnada sobre sí y lo que la rodea tiene la autoridad de quien no se permite autoindulgencias».

La lectura de Varados en Ríose convierte así en una doble visión: la de los exiliados, que recorren un bello país en condiciones de absoluto privilegio personal y social y el caso de Rosa Chacel, alejada de sus raíces y sufriendo la incomodidad de un mundo extraño, como es Brasil. A pesar del excelente trato que recibió de los intelectuales llegados a aquella tierra, Rosa Chacel simbolizó la España del éxodo y el llanto, esa vaga idea que ella no alcanzaría hasta su retorno a la España democrática. En esas contradicciones están precisamente las raíces de la originalidad de su literatura.

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