Coronavirus

'Nueva normalidad' en Castilla y León: sin aforo restringido ni completo

Comercios y bares vuelven a funcionar a máxima capacidad, aunque de momento los clientes mantienen las precauciones y los locales no se llenan

Bar en Palencia, con las restricciones de aforo ya levantadas ICAL

Clara R. Miguélez / A. Ferreras

El día amaneció destemplado y caprichoso. Había nacido un martes de vientos de otoño y en sus calles convivían americanas y chaquetas con camisetas de manga corta, igual que lo hace el sol con las nubes. Son los días dorados del chaleco, que se deja ver en muchas terrazas, este año llamadas a apurar el breve entretiempo castellano y leonés. Pero no por falta de interiores: las barras vuelven a acoger cafés matutinos y cañas rápidas. En el centro de las capitales de provincia se pudo ver ayer a ejecutivos y a personas de recados, así como un moderado hormigueo comercial de diario. Ya no hay límite de aforos, ni es necesario esperar fuera de la tienda para ser atendido. Sin embargo, en las primeras horas de ‘nueva normalidad’(o ‘riesgo controlado’, como denomina la Junta) el cambio se reveló sin estridencias, y muchos castellano y leoneses optaron por mantener las costumbres adquiridas durante la parte menos dura de la pandemia.

En la céntrica calle Santa Clara de Zamora, por ejemplo, muchos establecimientos mantenían los carteles de aforo máximo -que ya no debían cumplir- y en los que sí los habían retirado, eran los clientes los que, quizás por inercia, esperaban a la puerta de los comercios. Ese era el caso de la administración de loterías número 2 de la capital zamorana, cuyo responsable, Luis Diego, constató a ABC que «la gente sigue esperando a la puerta». «Tardaremos en volver a acostumbrarnos», opina, aunque «con el tiempo, poco a poco» se volverá a la antigua cotidianeidad. De momento, muchos desconocían el cambio de estatus.

«Se enteran si leen el Bocyl o la prensa, pero de momento no hay tanta afluencia como para que se note la restricción o ausencia de aforos», se encoge de hombros la encargada de una extensa tienda de ropa en la calle Santiago, en Valladolid. No en vano, su limitación al 50% aún permitía que hasta cien personas estuvieran dentro y miraran entre las prendas. Aunque la situación cambia en función del tipo de negocio y de sus metros cuadrados, la transición es apacible. En la misma calle, Clara y Patricia atienden una tienda de lencería de tamaño más moderado. Pero últimamente no sobrepasan las 10 personas que podían acoger simultáneamente hasta ayer. «Septiembre es flojo y desde la pandemia se opta mucho más por la comodidad que por el encaje... quizás algún sábado tengamos momentos de lleno, pero no fue así el pasado», explican.

Asistentes a la feria Expobiomasa de Valladolid, donde también se levantaron las restricciones de aforo HERAS

«Tenemos suerte, porque los clientes son muy educados, así que es genial que pueda entrar todo el quiera», sonríe Isabel Azcona, propietaria de una tienda de interiorismo en la misma ciudad. De momento, lo de los aforos «no se ha notado», admite, mientras recoloca un artículo. «Quizás si fuéramos un bar», bromea. «En general, la gente está concienciada y no ha dejado de autoregularse, aunque a veces tengas que pedirle a alguien que se suba la mascarilla o espere un momento en la puerta», detalla el comerciante Alberto Neri, que habla desde el mostrador de la tienda de telefonía Mi Store, también en la metrópolis vallisoletana. Podría decirse que guardan un «aforo informal», concede, y sus palabras se ven reforzadas: un hombre espera su turno en el dintel.

Pero las largas colas no se hicieron casi nunca para los martes. «Nosotros no solemos tenerlas», generaliza Lidia Navarro, que atiende la tienda oficial del equipo blanquivioleta. «Este es un lugar espacioso y tranquilo y mucha gente viene en unidades familiares», añade.

«Ha sido un paso importante, un punto de optimismo», celebra el gerente del centro comercial Vallsur, Pablo Pérez. Dice que septiembre levanta el vuelo y que a los clientes se les ve «con más confianza», algo muy positivo para «un sector tan castigado por las medidas».

Terrazas versus barras

Además, los bares agradecen el alivio, aunque también se desperezan despacio. En Burgos,los diez grados matutinos invitaron a algunos clientes a tomar posiciones en los interiores. El dueño del Bariloche, en Palencia, apunta lo mismo en Ical: «Los palentinos comienzan a consumir dentro, aunque no de la misma forma que antes de la pandemia» afirma. Por suparte, en u no de los establecimientos hosteleros del centro de Zamora, la responsable del bar El Cachito , Sonia Bailón, constata que no se nota el paso a la nueva normalidad, y los clientes que han preferido tomar su consumición fuera del bar, en el pasaje comercial en el que se ubica, han seguido haciéndolo. Bailón mostró su esperanza en que al menos con el paso de las semanas «las cosas vayan a mejor, por el bien de la hostelería» y se recupere la clientela perdida al inicio de la pandemia por el temor al contagio en los bares.

Mientras, un camarero en la calle Zúñiga, en Valladolid, comenta que «la gente ya no se entera de los cambios de normativa». «Se asoman y preguntan ‘¿Me puedo poner aquí?’», narra. «Así que aunque nos toque hacer un poco de policías y recordar que no se puede fumar en las terrazas, ahí vamos », remarca. Siguen vigentes las mascarillas, así como la distancia de seguridad -ese metro y medio ‘a ojo’- que «debe primar» en caso de contradecirse con el aforo permitido, en palabras del vicepresidente de la Junta. «Si no se mantiene la precaución por sentido común, llamaremos al orden», matiza María José Téllez. En El Corcho (Valladolid) «hay poca gente de momento», pero sus 50 personas de aforo podrían plantear desafíos en horas punta, así que un cartel indica dónde esperar, hay gel y todo se mantiene ventilado. De momento, un grupito disfruta del espacio. Llegaron pronto por si acaso, «me enteré anoche del levantamiento de las restricciones», reconoce una de las clientas. Pero tanto ahí como en los locales aledaños, la hora del tapeo permite beber una copa de vino sin prisa, dentro o fuera.

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