La nueva lectura

Evohé, evohé! La Junta sigue apostando firmemente por el fomento de la lectura. ¡Albricias! La noticia es esperanzadora por cuanto hoy el negro sobre blanco navega contracorriente y tiene que competir con rivales -demasiados rivales- más coloridos, más visuales, menos exigentes y más modernos. Consolas, móviles, tabletas, ordenadores y otros mil dispositivos al alcance de los jóvenes alejan a éstos no ya del simple placer de la lectura, sino del mero impulso de tomar un libro entre las manos para sumergirse en él. Por eso hace bien la Junta en plantear un nuevo plan (2016-2020) en el que el libro no sea elemento primordial ya como soporte físico, sino como obra, como momento lúdico, como placer, independientemente de en qué contenedor se nos presente. El libro sólo podrá competir en el futuro con todos esos rivales si es capaz de jugar en su mismo campo y manejar sus mismas armas. Cualquier otro empeño en este sentido estará condenado románticamente al fracaso.

Castilla y León es hoy una rara avis en lo que a uso de bibliotecas se refiere. Los datos arrojan mayor esperanza entre Villarcayo y Candeleda que en cualquier otro rincón de España. Al parecer, los castellano y leoneses somos más amigos de la lectura -y por tanto de la verdadera cultura- que el resto de españoles. Pero nadie es capaz aún de imaginar hacia dónde caminamos y cuál será el futuro de esas bibliotecas, como espacios concurridos, ahora que todo o casi todo está al alcance de un click doméstico. Mucho tendrá que tener de ingenioso este nuevo plan de lectura, y más si cabe, cuando las materias que formaban al individuo como ser humano y como humanista (latín, griego, filosofía...) están siendo sistemáticamente -el adverbio no es baladí- eliminadas del curriculum educativo. Suerte a este nuevo plan. No lo va a tener fácil.