No es lo mismo

No han faltado voces en los últimos días que señalan que un acuerdo del PSOE con Podemos y otras fuerzas de izquierda en la vida nacional tiene un buen banco de pruebas en los acuerdos que el PSOE ya mantiene en otros lugares en la vida municipal, provincial y autonómica. Incluso el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, se ha referido a la experiencia en la ciudad del Pisuerga para defender acuerdos que, en principio, pudieran parecer imposibles y funcionan. En Castilla y León también el secretario regional del PSOE, Luis Tudanca, se manifiesta en la línea de Pedro Sánchez.

Sin embargo, la realidad es diferente y la comparación creo que pertenece más al campo de los deseos que a la realidad. En Valladolid, como en otras muchas plazas, las diferencias políticas afectan a concepciones de la gestión negociables, pero en la vida nacional, no. Nada se puede asemejar a salirse del campo de la legalidad o dar cuartelillo a quienes abren la puerta a romper el concepto de nación. No es un problema de caer en el catastrofismo, sino de tolerar, amparar o proteger una actuación que no está amparada por la ley y en un estado de derecho, el cumplimiento de la norma es la clave del orden y del asentamiento democrático.

El PSOE puede pactar con quien quiera y pueda y así lo ha hecho en ciudades como Valladolid y no ha pasado nada. Habrá quienes cuestionen si del acuerdo se deriva una buena o mala gestión, pero nadie podrá decir que se ha alcanzado al margen de la legalidad vigente. Si Sánchez acepta para llegar al Gobierno de la Nación saltarse determinadas líneas rojas, que no son otras que las que determina esa legalidad, le estará haciendo un flaco favor a su partido y un irreparable daño a la nación a la que dice servir.