SEMANA SANTA

El Nazareno abre el tiempo de Pasión en Zamora

Cientos de zamoranos salen a la calle para participar en la primera procesión de la Semana Santa

Cientos de personas participaron en la procesión M. ÁLVAREZ

ANA PEDRERO

El cielo amanecía encapotado en Zamora, pero el sol ha brillado hasta última hora de la tarde para anunciar el traslado popular del Nazareno de San Frontis , que abre la Semana Santa zamorana. La ciudad ya vive un terremoto de sensaciones, de emociones, que la transforman, la rebosan, la resucitan.

El Nazareno ha tomado la Cruz y acudía puntual a la cita. A las ocho y media de la tarde, las puertas del templo románico sanfrontino se abrían y el himno nacional saludaba la salida de la imagen ( una talla del S. XVII vestida con túnica de terciopelo y oro, titular de la cofradía de Jesús del Vía Crucis), que cada Jueves de Pasión cruza el viejo puente sobre el Duero y sube hacia la Catedral. Es un traslado popular, pero para los zamoranos es más que la antesala, es su primera procesión , el rito, la llave, la entrada en la ciudad de un Jesús hermoso y doliente que cada año renueva su sacrificio en la Cruz.

Las esquilas del Barandales, pregoneras de procesiones, anunciaban el paso del cortejo, mientras caía el último sol y en el aire resonaba la primera marcha fúnebre de la Pasión según Zamora, 'Nazareno de San Frontis', compuesta por el músico Carlos Cerveró e interpretada por la Banda Nacor Blanco, cuyos acordes acompañan tradicionalmente el paso del Nazareno por la ciudad.

Los zamoranos lo esperaban apostados en las inmediaciones de la iglesia y a lo largo de la Avenida ribereña que lleva su nombre con alegría renovada pero también con mucha emoción. Había ganas de procesión , de ver su rostro después de dos años de dolor, de enfermedad y muerte; dos años de ausencia en los que la humanidad ha sido nazarena bajo el peso de una pandemia. Ya no seremos los mismos.

También al otro lado del río numerosos espectadores han presenciado su paso por la Cuesta de Pizarro y su discurrir por el casco antiguo hacia el templo mayor, mecido sobre los hombros de los hombres de su barrio, que cada año lo trasladan orgullosos desde la orilla izquierda del Duero hacia el corazón de la ciudad, murallas adentro, para que se cumpla el misterio de la Pasión y la Muerte, el milagro de su Resurrección en las calles.

Algunos devotos portaban velas encendidas en sus manos y a los pies del Nazareno florecían claveles rojos, símbolo de la sangre, del martirio ofrecido, mientras centenares de zamoranos han arropado su paso por la ciudad.

Eran las once de la noche cuando la imagen llegaba a la Catedral de Zamora, donde permanecerá hasta el Martes Santo , cuando la cofradía de Jesús del Vía Crucis lo devuelva en procesión a su barrio, a su gente, a su iglesia, seguido por la Virgen de la Esperanza. Zamora está ya inmersa en la celebración de sus días santos que cada año abre de la mano del Nazareno.

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