Ignacio Miranda - Por mi vereda
Muladares
Por fin, una parlamentaria del PP rompe el buenismo mansurrón que tanto daño ha hecho a este partido y habla claro
Con el mal de las vacas locas, la encefalopatía espongiforme bovina que amargó la vida a los ganaderos, los muladares desaparecieron por orden de los burócratas europeos para evitar que se propagara la enfermedad. De paso surgía el negocio de retirada de animales muertos, que funciona como una funeraria con horario de ocho a tres y cierra los fines de semana. La medida conllevó que toda la fauna necrófaga ibérica que encabeza el buitre perdiera su principal fuente de sustento, de manera que las grandes carroñeras, famélicas, llegan a atacar a reses endebles y crías recién nacidas ante la falta de carroña.
En cambio, persisten los muladares en un panorama político nacional que vive un deterioro institucional sin precedentes. Con un clima irrespirable, fétido, por la mentira sistemática que cultivan el presidente y varios ministros, empeñados en tomarnos por tontos. También por el aire macarra de un sujeto insufrible que destila odio, que exuda resentimiento, que denota una condición ruin: Juan Gabriel Rufián Romero, del partido golpista Esquerra Republicana, quien incompresiblemente todavía ocupa un escaño en el Congreso de los Diputados.
Pero el martes una paisana nuestra le puso en su sitio durante una comisión. Por fin, una parlamentaria del PP rompe el buenismo mansurrón que tanto daño ha hecho a este partido y habla claro. La refriega comienza cuando, en un gesto procaz, el afable Rufián le guiño un ojo. La diputada segoviana Beatriz Escudero recriminó ese comportamiento y le tildó de «imbécil». Pero en un castellano impoluto, con la prosodia que remarca la sílaba grave, con ira y aplomo a la vez. Antes se refirió a ella como «palmera». Asegura la ofendida que la falta de respeto le dolió y que el término le salió del alma. «Me he sentido denigrada, por ese tono machista, matón y chulesco», explicó después. Muchos ciudadanos también, indignados por la conducta de un tipo faltón que va de perdonavidas.