Fernando Conde - Al pairo
Una muerte innecesaria
Sobre todo nos ha indignado y mucho por su crueldad, por su inexplicable sentido y por el perfil y el pasado del asesino confeso
![Bernardo Montoya, asesino confeso de Laura Luelmo, a su salida de la Comandancia de la Guardia Civil](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2018/12/23/asesino-laura-kA6H--620x349@abc.jpg)
Quizá todas las muertes lo sean, pero la pregunta es si algunas, además, son evitables. La de la zamorana Laura Luelmo ha conmocionado a este país por dos razones: su exultante juventud y esa suerte de malhadado azar que la llevó a El Campillo como si fuera un trágico destino escrito. Pero sobre todo nos ha indignado y mucho por su crueldad, por su inexplicable sentido y por el perfil y el pasado del asesino confeso. Algunos se sorprenden aún de que haya vuelto a la actualidad el debate sobre la famosa Prisión Permanente Revisable -…o no-, que tantos ríos de tinta ha dejado tras de sí en este país. La ley, que ahora se encuentra en debate jurídico, fue aprobada a propuesta del PP y denostada por -curiosamente- todo el arco parlamentario que ahora gobierna este país. Los representantes del «no a la ley», con Pedro Sánchez a la cabeza, se sumaron circunspectos y pesarosos al minuto de silencio que el Senado tributó en recuerdo de la víctima. Gesto tan bonito como hipócrita.
Los minutos de silencio están muy bien cuando la pérdida de alguien se produce por causas naturales o sin que medie violencia o contra natura en el óbito. Pero cuando, como en el caso de Laura, la muerte se produce por un fallo en el sistema de control de asesinos y violadores, ese silencio de sesenta segundos es un silencio de oprobio e indignidad. La indignidad de poner por delante el cálculo político al sentido común y al bien de los ciudadanos. Que Bernardo Montoya no debería haber tenido la posibilidad de cometer este crimen es algo que no admite dudas. Y acudir al sofisma, como han hecho Pedro Sánchez y sus palmeros en una más que inicua búsqueda de justificación, de que, cuando Montoya ha perpetrado el asesinato la Prisión Permanente Revisable estaba aún en vigor, da la medida de su famélica catadura moral y ética.
Efectivamente, ese malnacido ha violado y asesinado a Laura estando la ley aún en vigor, pero aplicada a cuentagotas. Quizá si a un individuo que ya llevaba a sus espaldas otra muerte y un primer intento de violación se le hubiera aplicado la ley, hoy Laura Luelmo seguiría siendo una profesora de dibujo en activo con toda la vida -que merecía- por delante. Pero no, en España se amparan mucho más los derechos de los vivos, aunque sean asesinos reincidentes, que los de los muertos, por más que sean inocentes víctimas. Y lo que es seguro es que la muerte de Laura Luelmo es ya permanente y no revisable. En cambio, la prisión de Montoya, señores del Gobierno, ya veremos, ¿verdad? La muerte de Laura era tan innecesaria como evitable. Si su conciencia se lo permite, disfruten de la Navidad.
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