La metamorfosis

Las primeras primarias en la historia del PP de Castilla y León han dejado algunos hechos y muchas previsiones. Los hechos son, por un lado, que el actual alcalde de Salamanca ha ganado esta carrera con autoridad; que el de León se ha comportado como un señor a la hora de admitir la derrota y hacerse a un lado; que Herrera también ha sabido torear después de ver salir al morlaco por chiqueros y recordar aquello que decía Rafael el Gallo: ese toro me ha mirado con los ojos de la Pastora… Y previsiones, porque al igual que se ha roto, a las primeras de cambio, ese pacto previo para repartir presidencia y secretaria del partido entre ambos contendientes, en un futuro mediato es previsible que se rompan otras muchas promesas formuladas e intenciones varias.

Por de pronto, este fin de semana el nuevo tiempo popular pondrá fin al herrerismo y ungirá al mañuequismo con los óleos de los elegidos. Herrera ya ha dicho que apoyará al nuevo presidente del partido como candidato a sucederle en el trono de la Asunción. Pero quizá sea demasiado asumir. Y aunque nobleza obliga, con dos años por delante para elaborar un nuevo equipo competitivo vamos a ver a mucha gente con aspiraciones de seguir en el macho -antes muertos que sin silla-, haciendo el pino puente y el spagat a la vez. Porque, como siempre me ha dicho mi madre, el que con dos amos tiene que cumplir, con alguno ha de mentir. Y mentirán, sin tapujos; y pondrán sonrisa de hiena y darán abrazos de Iscariote por doquier.

Toca ahora ver cómo esos patéticos corchos insumergibles de la política, que han lucido de herreristas hasta la médula en estos dieciséis años (en algunos casos como aval más destacable y autoproclamado de su currículum), se metamorfosean, por arte de birli birloque -a algunos el birli se les ha dado de miedo en este tiempo- en apóstoles de primera hora del mañuequismo más acendrado. Y he ahí una labor importante para el nuevo presidente del PP en Castilla y León, a saber, aprender a separar el grano de la paja y distinguir al pelota del leal. Pero no debe de ser tarea fácil, porque ya verán como, una vez depuesto el rey, esos conversos jalearán al heredero con entusiasmo; y cambiarán la morcilla por el farinato, y convertirán al Arlanzón en afluente del Tormes y dirán que el Cid era un pardillo al lado del Padre Putas… En fin, que ¡todo por el sitio! ¡Viva la metamorfosis!