Artes&Letras / Libros
Mentiras que (nos) cuentan
El escritor leonés Nacho Abad firma una ficción neorrealista en la que nada es lo que parece
Confinada en casa, he releído con ganas la última y fascinante novela de Ignacio Abad, escritor leonés residente en Japón. Si la primera lectura me absorbió por completo -devoré el libro de un tirón-, la segunda ha supuesto un nuevo deleite, y hasta me he entretenido en comprobar la veracidad de ciertos hechos que aparecen en esta ficción neorrealista sobre las verdades y las mentiras con que se alimentan tanto nuestros egos como el periodismo y nuestra necesidad de entender el mundo.
«Aunque esta sea una obra de ficción, algunas de las cosas que aquí se narran son ciertas, o luchan por serlo», advierte el autor de esta novela en la que nada es lo que parece, ni siquiera su inopinado final.
El protagonista (sin nombre) es un periodista freelance que, tras sufrir en España la crisis económica, acaba viviendo en Tokio. Y decide contar algo que nadie haya contado. Tal será su apuesta y su fracaso. Estamos ante un periodista amoral, inteligente y cínico (y, como dijo Kapuscinski, «los cínicos no sirven para este oficio»), que no tendrá escrúpulos en utilizar la verdad para mentir, ni en mentir para decir algo que se acerque a la verdad. Mientras espera las consecuencias de sus delitos y traiciones, opta por escribir una larga nota (la propia novela), para descargar de responsabilidad a quienes le ayudaron a engañar sin saberlo.
Un novelista no deja de ser un constructor de ficciones. Tan importante es el contenido del relato, la historia que se cuenta, como la manera (tono, ritmo, sonoridad, sentido, belleza) en que se cuenta, y aquí Ignacio Abad no solo es arquitecto sino estratega, además de alumno aventajado de Sherezade.
La novela arranca con un suceso ocurrido en el Alto Karabaj, uno de los lugares más conflictivos del planeta, y discurre por Tokio, Madrid, Berlín, León, Corea, Sarajevo… a través de un laberinto de historias que se entrecruzan con perspicacia y filigrana, para terminar en el bosque japonés de los suicidas como un extraño cuento oriental. Sus relatos transitan entre el pasado, el presente y el futuro remitiendo a hechos históricos (la caída del muro de Berlín, la guerra de los Balcanes…) en ocasiones ciertamente inverosímiles (como el secuestro de japoneses por Corea del Norte). Conforme se avanza en la lectura, «discernir entre la verdad y la mentira, entre lo real y lo imaginado, vislumbrar el lado correcto de la difusa línea que los separa, se convierte en un desafío turbador y emocionante» (suscribo las palabras del editor, Yago Ferreiro).
Hay en la novela todo un homenaje a Kapuscinski y muchos guiños a ese oficio en extinción que es el buen periodismo, pero mostrando su reverso, su lado oscuro. Como no quiero destriparla, anotaré algo que dice el protagonista durante una de sus charlas imaginarias con el gran periodista polaco: «Todos tenemos al menos dos historias, Kapuscinski. Una es verdad y la otra inventada. Pero en la primera hay algo que no es cierto y en la segunda algo que sí lo es. Lo normal es que las contemos una y otra vez. Y lo mejor es que nunca son iguales». Todo un paradigma de cómo somos y cómo nos contamos en un tiempo en el que las fronteras entre lo real y lo virtual, entre la verdad (¿dónde estará?) y la mentira (fake news, bulos, bots, perfiles falsos…), se difuminan.
En Düsseldorf no hay ni puede haber leones Autor: Ignacio Abad; Mr. Griffin Editor; Colección Mrs. Danvers ; 272 páginas León, 2019