Ignacio Miranda - Por mi vereda

Al menos, un respeto

«Los ex presidentes del Gobierno no se dejan ver demasiado, pero cuando lo hacen y hablan muchos de los suyos tiemblan»

Ignacio Miranda

Dice nuestro sabio refranero, cada vez más en desuso, aquello de «parientes y trastos viejos, pocos y lejos». Como estamos en la época de reinventar todo para que nada cambie, urge buscar una nueva variante del aforismo para incluir a los ex presidentes del Gobierno, que sólo tenemos tres. No se dejan ver demasiado, pero cuando lo hacen y hablan muchos de los suyos tiemblan. Esta semana, José María Aznar abandonaba la Presidencia de honor del PP, renuncia predecible por parte de quien no se encuentra cómodo desde hace tiempo con la línea oficial, a menudo hosca con los de dentro y afable con los de fuera.

En Valladolid se ha pronunciado al respecto Miguel Ángel Rodríguez , que ha participado en un seminario sobre portavoces organizado por la Universidad Europea Miguel de Cervantes, para censurar la «falta de sensibilidad» de la dirección del partido con su antiguo jefe. Como MAR toreaba en casa y ante compañeros, abundó en la cuestión recordando el papel determinante del ex presidente en la refundación del PP a partir de 1989 y su ascenso posterior hasta convertirse en alternativa de gobierno. También reiteró la necesidad de aclarar su ideología para que los electores sepan qué votan.

Las sombras de su último mandato, desde el naufragio del Prestige, el Yak 42 y la reacción tras el 11M, pasando por la foto de las Azores o el ostentoso bodorrio escurialense, no pueden obviar los logros de la convergencia para llegar al euro , la liberalización de sectores económicos, la creación de empleo y el cerco a ETA. Supo rodearse de brillantes ministros , como los de su primer gabinete, para promover un proyecto reformista de España desde el centro derecha, de corte liberal conservador, frente a la indefinición actual, la querencia socialdemócrata o el buenismo. Aznar no debe caminar bajo palio ni es la bicha que algunos pretenden hacernos ver, pero se merece, al menos, un respeto.

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