Ignacio Miranda - Por mi veredad
Materia de tesis
Antaño, septiembre era el mes de secar fuentes o llevar puentes. Ahora también conlleva renuncias
Antaño, septiembre era el mes de secar fuentes o llevar puentes. Ahora también conlleva renuncias. Primero deja la política Soraya Sáenz de Santamaría, una «espantá» previsible en una mujer de poder omnímodo ya perdido, en una abogada del Estado que lo defendió más bien poco en Cataluña, al creer que el patriotismo constitucional es mover el abanico con la bandera nacional ribeteada mientras se desgrana un discurso huero de contenido. Luego también se nos marcha la ministra Carmen Montón, entre errática y contrita, que haciendo honor a su apellido zozobra en un rosario de incongruencias, en una parva de irregularidades a cuenta del máster, hasta aseverar que cien días son cien años, sin saber ni dónde fue a clase.
Pero volvamos al septiembre meteorológico y no político, que ha dejado una brutal tromba de agua el pasado domingo al sureste de la provincia de Soria. El desbordamiento del río Jalón ocasionó serios daños en el cenobio cisterciense de Santa María de Huerta. La fuerza de la corriente derribó parte de la tapia de su perímetro, de tal suerte que en determinadas dependencias intramuros el agua alcanzó un metro y medio de altura y fue necesario desalojar a los visitantes.
Estos días, el abad del monasterio, Isidro Anguita, y la veintena de monjes que forman la comunidad se afanan en limpiar el lodo. Que el clero regular de vida contemplativa también dobla los riñones, mientras se evalúan los desperfectos, también visibles en calles y viviendas de la localidad. En 1996 y 2015 hubo tormentas similares que causaron estragos. Algo que no encaja, desde luego, con la tradición cristiana de construir templos y camposantos en lugares ligeramente elevados, para evitar el riesgo de inundación. No hay dos sin tres cuando la naturaleza se desata. Conviene indagar en el origen del hecho. Si alguien se anima, ya tiene materia de tesis sin necesidad de plagiar.