Más vale tarde

Siempre se ha dicho que los españoles enterramos muy bien y una vez más lo hemos comprobado con la despedida a Tomás Rodríguez Bolaños, quién fuera primer alcalde de la democracia en Valladolid y artífice del cambio que empezó a desarrollar la capital del Pisuerga, que venía de ser una ciudad oscura e injustamente calificada, para acabar por converstirse en ciudad de referencia. Bolaños inició una senda que, afortunadamente, han seguido sus sucesores y que hacen de Valladolid la ciudad que hoy es.

Es verdad que a los personajes de la vida política se les empieza a valorar pasado un tiempo y a Tomás le ha pasado. Pero justo es reconocer que su trabajo está ahí, valorado por la gran mayoría de la población al margen de ideologías. Hoy llegan los homenajes, los reconocimientos y personalmente me da mucha pena que estas situaciones no se den en vida. Siempre esperamos a que no estén y no nos damos cuenta de que nos perdemos una parte fundamental de lo que nos rodea.

Bolaños era un vallisoletano más, ya estaba retirado, pero sus siempre atinados comentarios eran tenidos en cuenta por las personas con las que habitualmente departia. Era un socialista de los de la transición, de los partidarios de entenderse, con altura de miras, con sentido de estado, con ganas de cambiar la sociedad y buscar el bienestar de los vecinos. Hoy se echan de menos personas con ese talante, con ese análisis certero de las cosas. Es verdad que la experiencia y los años aplacan mucho a las personas, las dotan de un poso realmente válido a la hora de quitar la malentendida pasión política que vivimos. Es hora de despedir a Bolaños e insisto que es una pena que no haya visto tanto reconocimiento en vida. Lamentablemente no será el último caso y volveremos a recordar que en este pais nuestro lo que de verdad sabemos hacer es despedir a los mejores.