El día más solidario del Campo Charro
Periodista y testigo cercano del mortal accidente de Muñoz, han tenido que pasar 40 años para que Paco Cañamero reuniese el suficiente valor para plasmarlo en un libro
Aquel frío 21 de diciembre de 1978 no era un día cualquiera para los alumnos del Colegio Público Comarcal Nuestra Señora de los Remedios, ubicado en La Fuente de San Esteban, en pleno Campo Charro. Faltaba un día para que pudiesen disfrutar de las inmediatas fiestas de Navidad, así que los escolares disfrutaban exultantes del trayecto que separaba sus casas del centro escolar, y que cada mañana tenía parada obligatoria en los pueblos de Carrascalejo de Huebra, La Sagrada, San Muñoz, Ardonsillero y Muñoz. Sin embargo, como tristemente ocurre en estos casos, menos de un minuto bastó para que el futuro de estos niños y sus familias se truncase para siempre tras ser arrollado el autobús en el que viajaban por un tren en el paso a nivel sin barreras de Muñoz.
Han tenido que pasar 40 años de esta tragedia que sumió al Campo Charro en dolor y desesperación para que Paco Cañamero, veterano periodista salmantino y testigo casi directo de la tragedia -compartía clase y pupitre con varios de los escolares que perecieron en el accidente- haya podido reunir el valor suficiente para contar lo ocurrido aquella dramática mañana invernal. «Para todo el colegio, igual que para la comarca, fue una auténtica tragedia. Aquellas heridas jamás cicatrizan. Te marcan de por vida», señala el autor, con quien hablamos al hilo de la publicación de «Aquella mañana de diciembre...».
Realismo y detalles
Más allá de la tragedia sorprende el realismo y minuciosidad con los que el escritor y articulista detalla las conversaciones de los pequeños en el vehículo escolar poco antes del tremendo accidente que costó la vida a 28 niños y un adulto, pero también el devenir de las familias a partir del suceso. «Tenía una memoria clara de todo ello. Cuando ocurrió la gente hablaba mucho. Cada uno comentaba su evacuación», sostiene Cañamero, para quien este terrible siniestro fue ante todo, «una lección de solidaridad tremenda del propio Muñoz y los pueblos de alrededor. Todos se lanzaron a una como en Fuenteovejuna». Aquellos recuerdos le sirvieron para iniciar una investigación posterior en la que ha contado con la ayuda de padres y supervivientes, a los que el periodista agradece enormemente su entrega para adentrarse en un tema que por un tiempo fue -dice- «tabú» para mitigar su dolor: «En los pueblos afectados, en general, no gustaba hablar de ello porque el silencio era como su particular burladero para protegerse del dolor que sufrió, pero ahora de repente es como si quisieran explicar ese dolor».
En este arduo camino Cañamero ha contado con «un pilar fundamental». Se trata de Jaime Royo-Villanova y Payá, gobernador civil en Salamanca en 1978 y autor del emocionado prólogo. En este texto inicial el entonces cargo público apunta la encomiable e inmediata respuesta de la Familia Real, en concreto de Su Majestad la Reina doña Sofía, que no dudó en presentarse a las pocas horas en Salamanca para acompañar en su dolor a las familias de las víctimas y heridos.
Sorprende de la obra, la ausencia de documentos gráficos. Dice el autor que en ningún momento se planteó recuperar fotografías de la tragedia con el fin de evitar ahondar en el recuerdo: «Tuve claro que este libro era un homenaje. Está escrito desde el respeto y jamás quise hurgar en momentos tan tristes». Cañamero quiere que los lectores de su libro, del que sacó 2.000 ejemplares en una primera edición y otros 500 en otra reimpresión, se quedaran con el «poso» de la solidaridad que ese día presenció el Campo Charro.