Mariano Pedrero: la vida en dibujos

La Casa del Cordón acoge una exposición de este maestro de la ilustración de origen burgalés, que retrató la España de finales del siglo XIX y principios del XX

La Casa del Cordón acoge una muestra con parte de la obra de Mariano Pedrero R. ORDÓÑEZ

PEDRO SEDANO

La Casa del Cordón acoge una muestra de más de doscientas obras de Mariano Pedrero un burgalés que colaboró con varias publicaciones y retrató la España de finales del siglo XIX y principios del XX. La obra de este maestro del dibujo y la ilustración se puede ver en Burgos hasta el 12 de mayo bajo el título «Mariano Pedrero (Burgos, 1865-Madrid, 1927). Un maestro del dibujo y la ilustración». Se trata de la única exposición dedicada en exclusiva a este artista burgalés que contó con el reconocimiento profesional, aunque no popular, según el responsable de Actividad Social y Cultural de la Fundación Caja Burgos, Óscar Martínez, que ha organizado la muestra.

Pedrero fue una firma habitual en publicaciones como Nuevo Mundo, La Ilustración Española y Americana, Blanco y Negro o La Esfera. También dibujó portadas para libros y novelas, dibujos de paisaje y de personajes y entornos rurales y urbanos de la España de los siglos XIX y XX. En un tiempo en el que la imagen recreada compartía espacio y competía con la fotografía, Pedrero se apoyó en los recursos típicos del nuevo arte y logró así reconocimiento del gremio. De hecho, la exposición de sus trabajos era común en escaparates. Su obra fue conocida por el público, pero no tanto su propia figura como artista.

Portada realizada por Pedrero para «La ilustración española y americana»

La contribución de Pedrero a la prensa de su tiempo es crucial, con portadas y dibujos interiores en las principales publicaciones españolas del momento. Dibujos como «Avante España» para Nuevo Mundo el 20 de abril de 1898, solo cinco días antes de que Estados Unidos declarara la guerra a España por el hundimiento del Maine en Cuba; la alusión al analfabetismo en una portada de la Ilustración Española e Iberoamericana de 1900 con el dibujo «Quién supiera escribir»; los personajes populares, las costumbres y tradiciones en las acuarelas encargadas para Blanco y Negro; o los dibujos a la aguada, procedentes del Museo de la Academia de San Fernando, como relato gráfico de acontecimientos reales.

En la exposición, procedente de colecciones privadas, préstamos de la familia del artista, archivos de la Biblioteca Nacional de España, del Archivo Municipal de Burgos, del Museo del ABC y del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se pueden ver dibujos, pequeños óleos, pinturas, publicaciones y cartelería. Una de las ilustraciones que destaca Óscar Martínez es la dedicada a la guerra entre el Imperio Japonés y el Imperio Ruso por la conquista de Corea, en la que el dibujante da importancia sobre todo a las víctimas.

Un artista menos conocido que su obra

Alumno de la Academia de Dibujo de Burgos, bachiller y seminarista en su ciudad natal, Pedrero cursó estudios superiores de Filosofía y Letras en Salamanca y Madrid. Publicó sus primeros dibujos en dos revistas de Burgos: Caput Castella [revista bufo-cómico-lírica burgalesa] y El sereno.

Vivió su primera juventud en Cantabria, donde realizó una serie de dibujos que ya mostraban su interés por la noticia y por documentar hechos destacados, como los que rodearon a la explosión del vapor Cabo Machichaco, la mayor tragedia de la España del siglo XIX. Poco después, ya en Madrid, comenzó su colaboración constante con la prensa de su tiempo.

Detalle para una de las portadas realizada para «Los Contemporáneos y los Maestros»

En su obra influyeron las novedades que desde finales del siglo XIX caracterizaban las publicaciones en Europa y América, pero sobre todo la fotografía, que influye en el empleo de encuadres, el uso de perspectivas y el gusto por la sensación de instantánea.

Colaboró con revistas como Nuevo Mundo, La Ilustración Española y Americana o Blanco y Negro con centenares de portadas, páginas interiores, grecas y motivos diversos con los que se acompañaban los artículos publicados. En paralelo, ilustró portadas de algunas de las series más difundidas de literatura popular, concurrió a certámenes de cartelismo y dejó su nombre unido a la primera edición del cuento ‘El ratón Pérez’, de 1911. Su obra fue vista en su momento por miles de personas, aunque el artista permaneció en segundo plano para el gran público, si bien tuvo un gran reconocimiento entre los profesionales.

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