Artes&Letras / Música

María de Pablos, una figura recuperada

Distintas instituciones han puesto en marcha la maquinaria reivindicativa en torno a la obra de la brillante compositora segoviana de la Generación del 27

María de Pablos, en una imagen tomarda en torno a 1926

INÉS MOGOLLÓN

A lo largo de la historia, han sido muchas las mujeres creadoras que se han camuflado para encubrir sus intenciones de profesionalidad, para no aparecer como una amenaza o una aberración a ojos de una sociedad administrada exclusivamente desde lo masculino y para lo masculino. La producción artística femenina solo podía integrarse en la comunidad parapetada tras el muro de lo asistencial, lo doméstico, o lo docente. Así administradas, las mujeres dejaban de presentarse para representarse, disimuladas de sí mismas si querían obtener el salvoconducto que les permitiera asomarse a los circuitos profesionales, igual en el arte que en cualquier otra disciplina. Siempre tuteladas, con un acceso restringido al reconocimiento público y a la independencia económica, se veían obligadas a enmascararse, a escenificar vidas residuales.

Inevitablemente, la mayoría acababa por renunciar a su arte, porque esta duplicidad fragmentaba sus fuerzas, las desactivaba como productoras y acababa por devorarlas. Si la rabia llevaba a estas mujeres a persistir en sus aspiraciones y a desafiar a la tribu, la tribu se ensañaba con ellas: muchas acabaron confinadas en sanatorios mentales. Los ejemplos son terribles, numerosos, y bien conocidos: la escultora Camille Claudel fue enterrada en vida en al manicomio de Montdevergues, la pintora Leonora Carrington en el psiquiátrico Villa Covadonga, la también pintora Ángeles Santos, tan vinculada a Valladolid, vivió incomunicada en un sanatorio al menos durante un año. Como ellas, la compositora María de Pablos fue recluida en un sanatorio mental. Con apenas treinta y cinco años ingresó en el centro que el doctor Esquerdo fundó en Carabanchel. Y allí murió, cincuenta años después. Cincuenta años condenada al silencio. Al silencio, y al olvido.

Maria de Pablos Cerezo, nacida en Segovia en 1904, pertenece a la generación del 27, como sus colegas, las compositoras Rosa Garcia Ascot o María Teresa Prieto. Brillante, ganó el Premio de Composición del Conservatorio de Madrid con el poema sinfónico Castilla y la pieza coral Ave verum. Un año después, en 1928, avalada por músicos referenciales en la escena musical española -Conrado del Campo, Pérez Casas, Tomás Bretón- María de Pablos ganó una beca para residir durante cuatro años en la Academia de Bellas Artes de Roma.

Partitura del poema sinfónico «Castilla», su obra principal

A comienzos de 1930 se traslada a París, y estudia con Paul Dukas en la prestigiosa École Normale de Musique, donde también se relaciona con Nadia Boulanger. En 1933, de vuelta en Madrid, sustituye a Bartolomé Pérez Casas unos meses como profesora en el Conservatorio en el que estudió. Y finalmente, la Guerra Civil, la nada, el aislamiento absoluto.

En la actualidad, sus partituras se conservan en el fondo María de Pablos, depositado en el Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música del Ministerio de Cultura y Deporte. Este fondo documental, de enorme interés, reúne, además de un breve pero significativo catálogo de composiciones manuscritas, cartas, partituras de estudio, manuales, monografias, fotografías y programas de mano de los siglos XIX y XX. Lentamente, la obra de María de Pablos se está recuperando, y hoy es accesible gracias al trabajo conjunto de instituciones como el Ayuntamiento de Segovia, que ha bautizado una calle con el nombre de la compositora y ha instituido un concurso de mujeres compositoras. Por su parte, la Fundación Don Juan de Borbón, coordinada por Noelia Gómez, ha encargado un estudio sobre su obra a la musicóloga Pilar Serrano, y la Sociedad Filarmónica de Segovia ha programado conciertos en homenaje a de Pablos. También tenemos que agradecer el empeño de Mariano Gómez de Caso, Antonio Álvarez Cañibano, director del CDMyD, o Ana Vega Toscano, estudiosos que ha puesto en marcha toda esta maquinaria reivindicativa.

Pero nada de esto sirve de mucho si no fijamos su música, si no la difundimos. De ahí la importancia, en esta operación de rescate, de la grabación de una selección de las partituras instrumentales más significativas de la compositora -las tituladas Castilla y Dos apuntes musicales españoles- recogidas ahora en el disco María de Pablos: obras orquestales, que fue presentado oficialmente en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid el Día Internacional de la Mujer. La versión tiene una calidad incuestionable, a la altura de las obras que interpreta. La grabación tuvo lugar en el marco del 32 Festival de Música Española de León, con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Orquesta de Cámara Ibérica, y los solistas David Mata (violín) y Aldo Mata (violonchelo), todos dirigidos por Jose Luis Temes, que en sus notas al disco escribe que «el nombre de María de Pablos no ha figurado hasta ahora en casi ninguna historia de la música española del siglo XX». Bien dicho: hasta ahora.

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