Ignacio Miranda - Por mi vereda

Maestro de maestros

Tuve el privilegio de que Moisés Fuente fuera mi tutor en quinto de EGB cuando el incipiente felipismo no había despeñado el sistema educativo a la ruina

ICAL

Moisés Fuente Fuente nació en la localidad burgalesa de Guinicio, pedanía de Miranda de Ebro, dos meses antes de la proclamación de la II República. Muy cerca de allí, en el Monasterio de Bujedo, encauzó su vocación religiosa como hermano de las Escuelas Cristianas. Ya retirado, en este cenobio ha residido con el mismo espíritu activo y laborioso que le caracterizó siempre, al cambiar las clases por el cuidado primoroso de sus colmenas como gran apicultor, y por su laboreo azada y hocino en mano por el huerto. Un fausto ejemplo de envejecimiento activo.

Esta semana ha subido a la casa del Padre. Ha podido descansar en la paz de Cristo resucitado un trabajador infatigable, un docente vocacional que no se aburrió un minuto en su vida, que no sabía estarse quieto, que dejó entre sus alumnos unos valores indelebles para andar por el mundo como personas de bien.

Era sincero, directo, transparente como el cielo de Castilla. Enérgico, casi marcial. Llenaba el aula gracias a su aire de general con mando en plaza. Contribuía su voz grave de tenor, que imponía respeto, pero a la vez era cercano y defensor del débil. Explicaba más sentado entre nosotros que en la tarima, y lograba sacar lo mejor de cada alumno.

Tuve el privilegio de que fuera mi tutor en quinto de EGB, en el curso 1983-84, cuando el Colegio Lourdes de Valladolid cumplía su centenario. Cuando aún el incipiente felipismo no había despeñado el sistema educativo español hacia la ruina y la mediocridad. Ninguna materia se le resistía: del análisis sintáctico a las conjugaciones verbales, del cálculo mental a las tribus de Israel del Antiguo Testamento, de la muerte de Viriato a la ortografía a base de dictados y redacciones. Tenacidad y disciplina que también llevó al deporte, porque amaba el baloncesto. Un maestro de maestros que nos formó espléndidamente. Sin milongas ni informe PISA. Gracias de corazón, hermano Moisés.

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