Luis Jaramillo - Punto de vista
Al límite
«Fiar todo a los sanitarios y a la profesionalidad de quienes trabajan en la pandemia es un error de proporciones incalculables y si lo hacemos lo vamos a pagar muy caro»
«Estamos al límite de nuestras fuerzas», proclamó en su intervención el Jefe de Urgencias del Clínico de Valladolid, Carlos del Pozo, en el homenaje que se rindió en la Plaza Mayor a las victimas del COVID y en reconocimiento a los profesionales que han trabajado en la pandemia. Fue toda una advertencia hacia lo que nos puede pasar si llega la segunda oleada. No podemos escudarnos en que sabemos más del virus que antes, porque nos queda mucho por conocer. Tampoco que estamos más preparados, porque los profesionales han trabajado con la máxima exigencia y son personas que difícilmente podrían soportar de nuevo algo así. Puede haber más medios, pero los profesionales son los que son. Nos compete a todos implicarnos para frenar esa temida segunda oleada y está en en cada uno de nosotros conseguirlo.
Fiar todo a los sanitarios y a la profesionalidad de quienes trabajan en la pandemia es un error de proporciones incalculables y si lo hacemos lo vamos a pagar muy caro. Vivimos una situación que nos afecta a todos, con incertidumbres para las que no hay respuestas y con consecuencias sanitarias que todavía no podemos delimitar en toda su profundidad. Pero es que también hay unas consecuencias económicas que ya estamos pagando y que, por lo que avanzan todas las previsiones, nos sacudirán con gran virulencia en la recta final del año.
Por eso es lamentable que ya en Valladolid haya más de 50 sanciones por no llevar mascarillas y que la policía tenga que recurrir a métodos sancionadores para que seamos responsables. Por eso es lamentable que muchas fiestas y juergas, mayoritariamente de jóvenes pero no todas, nos dejen brotes que además de aislar a los afectados ponen en jaque a toda la sociedad. En Castilla y León las cosas no van mal, pero basta mirar a otras comunidades para saber los riesgos que corremos. No se aisla a las personas por capricho. No vale escudarse en que son asintomáticos para querer seguir haciendo una vida normal. Aquí solo hay una autoridad a la que seguir: la autoridad de los sanitarios, de personas que han dado lo mejor de si mismas, como hacen siempre, para que podamos superar todo esto. Nos compete ser sus colaboradores y principales aliados, asumir lo que nos piden. Debemos protegernos por nosotros mismos y por los demás. Esta pandemia se gana con la solidaridad y no tenerla nos desautoriza como personas.