Luis Jaramillo - Punto de vista

Esperanza

«Quiero llegar a pensar que habrá un momento en que la sociedad se mueva sin complejo al margen de los políticos ciegos y sordos y logre lo que en el fondo todos deseamos»

Villageriz, en Zamora M. ÁLVAREZ

La pandemia no deja casi hablar de otra cosa y si se habla es para hacer la política de la mas baja estofa y para poner de manifiesto que, en general, los políticos están muy alejados de los problemas ciudadanos, son los culpables de la desafección ciudadana y se ganan a pulso ser considerados en las encuestas uno de los grandes problemas del país. Basta ver el nivel de crispación, la nula visión de Estado, la incapacidad para el diálogo y la estrategia permanente de dividir por unos cuantos votos. En esto no pueden echarse en cara unos a otros nada, porque todos van por ese camino. Realmente lamentable.

Como no todo es Covid, los grandes problemas siguen ahí y se pudren y nos llevan a una situación que se tardará muchos años en remontar. ¿Desde cuándo hablamos del reto demográfico? ¿Qué se ha hecho? La verdad es que muy poco y España tiene un gravísimo problema. Y más grave es en nuestra tierra donde cada estudio que sale nos coloca en una lamentable cabecera nacional que no parece tener final. Castilla y León no solo pierde población porque nuestros jóvenes se van, no nacen niños y ahora, desgraciadamente, la pandemia se ceba con los más mayores. Hay que buscar soluciones dentro de lo posible para evitar la sangría y ponerse todos manos a la obra. Y claro, vuelve la necesidad de diálogo entre los políticos y los agentes sociales. Al decir de Francisco Igea el borrador del Gobierno para afrontar el problema no sirve y no escucha a los territorios más afectados. Pero es que aquí llevamos décadas tratando de encontrar un encaje a una ordenación territorial que racionalice y optimice los recursos. Ahora viene otro intento. Lo cierto es que no se avanza y ni siquiera ante situaciones como las que vivimos, donde los pueblos podrían ser un refugio y tener su oportunidad, no se ven mecanismos que faciliten la vida laboral en ellos ni atractivos que inciten a abrir nuevos proyectos y crear oportunidades para que los jóvenes vean ahí su futuro. Es difícil pero hay que intentarlo porque si no la biología los llevará a la extinción.

Todo lo afirmado aquí está marcado por el pesimismo, pero creo que hay lugar para la esperanza porque es lo último que se pierde y porque quiero llegar a pensar que habrá un momento en que la sociedad se mueva sin complejo al margen de los políticos ciegos y sordos y logre lo que en el fondo todos deseamos.

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