Luis Jaramillo - Punto de vista

Ejemplo a seguir

«Mientras se sigan anteponiendo intereses tacticistas y políticos a los sanitarios y sociales, el país va de cabeza al caos y eso lo pagamos todos»

ICAL

La dura realidad del COVID es que los hospitales están saturados, al borde del colapso en casos y con un personal sanitario agotado, exahusto, que lo ha dado todo y sigue al frente del cañón, dejándose mucho de su vida personal para plantar cara a una pandemia que solo los irresponsables, negacionistas y un puñado de políticos, son incapaces de ver.

Los negacionistas y los gamberros, que de todo hay, buscan alterar la calle en un revuelto de «cuanto peor mejor», lema que también parecen asumir algunos políticos irresponsables que juegan a la captura del voto por encima de todo, sin tener en cuenta que esto tiene un alto costo en vidas humanas, unas porque mueren y otras porque van irremediablemente abocadas a la miseria.

A estas alturas solo los más obtusos creen que la solución puede llegar con 17 recetas autonómicas, ya que el presidente del Gobierno se niega a afrontar un mando único que de coherencia y dirección certera hacia una solución. La irresponsabilidad de Pedro Sánchez en abandonar el Congreso, con una chulería fuera de todo lo común, mientras se debatía el estado de alarma, es algo que carece de precedentes. No era ni el momento ni el lugar. Tan solo la salida de Rajoy del hemiciclo mientras se debatía la moción de censura contra él, puede ser un precedente. Dos bochornos que pasarán a la historia y que les pasará factura. En un caso ya lo ha hecho y en el otro no tengo ninguna duda de que llegará.

Castilla y León ha seguido una línea clara en la lucha contra la pandemia, ha asumido las tesis del Ministerio de Sanidad porque defiende la unidad de acción, pero ahora comprueba como están solos, sin herramientas ciertas y con voces aquí y allá que desdibujan una respuesta nacional. Si hay movilidad, por pequeña que sea, no hay fronteras y aislar unos si y otros no, puente si, puente no, parece un juego perverso que demoniza a unos frente a otros. Las normas deberían ser para todos y un mando único debería tener una visión de Estado, lo que la ciudadanía saludaría con alivio. Mientras se sigan anteponiendo intereses tacticistas y políticos a los sanitarios y sociales, el país va de cabeza al caos y eso lo pagamos todos. Mientras tanto, el personal sanitario y sus familias son los grandes sacrificados y no tengo duda de que seguirán dando lo mejor de ellos mismos. Deberían ser el espejo en que mirarnos y puede que así todos reaccionaramos de otra manera.

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