Luis Jaramillo - Punto de vista
Altura de miras
«Los acuerdos se logran en los despachos y no saliendo a los medios para imponerlos al resto. Eso no es dialogar, es otra cosa»
El pleno de hoy en el Congreso de los Diputados evidenciará que la crisis de la COVID19 está ya en la fase de la disputa política donde se mezcla de todo: la posición de cada partido, la fortaleza del Gobierno, las relaciones con la oposición o los intereses electorales. Será un avance de lo que veremos cuando la crisis sanitaria, todavía no superada, ceda paso a la gravísima crisis económica que ya está aquí y que presagia un clima social de necesidad y pobreza jamás pensado.
Hoy echamos de menos el tiempo en el que el diálogo era posible, había altura de miras e interés general sobre el particular, un objetivo colectivo y no solo lucha de poder. Los actores de hoy son incapaces de sumar para que España sea el país sólido que no hace mucho fue capaz de asombrar al mundo con su transición y ahora estamos en una nueva transición. Los actores son muy diferentes: partidos enfrentados, incapaces de entenderse, antisistemas gobernando el sistema o nacionalistas que que deciden sobre la nación que rechazan y de la que se quieren marchar.
Si este galimatías rige la vida nacional, en los territorios autonómicos el entendimiento dura lo que dura y se acaba contaminando. Esta semana hemos visto como el Presidente de la Junta, sin cambiar de criterio en la lucha contra la pandemia, ha incrementado la crítica al Gobierno Sánchez por no escuchar y aplicar «conmigo o contra mi», y como el Secretario General del PSOE ha pasado del cierre de filas aquí a la defensa cerrada del Gobierno Sánchez y con criticas a la gestión de la Junta, incluso con la duda de si está detrás de la posición que Pablo Casado pueda adoptar hoy en el Congreso.
Los partidos constitucionalistas deben entenderse y para ello Sánchez, que es el Presidente y al que corresponde la iniciativa, debería de explicar, dialogar y consensuar medidas. Los acuerdos se logran en los despachos y no saliendo a los medios para imponerlos al resto. Eso no es dialogar, es otra cosa. No se puede pedir lealtad cuando esta no tiene doble sentido y hasta ahora la lealtad no la ha recibido Sánchez de quienes facilitaron su investidura y a quienes sigue cuidando, sino de la oposición que aunque le haya criticado, es la que le ha apoyado en este difícil viaje.
España necesita hablar y consensuar mucho si no queremos dejar una ruina a los que nos sigan.