José Gabriel Antuñano - El callejón del gato
Llegó la lluvia
«No estaría de más un replanteamiento de las llamadas zonas verdes que no son equivalentes a verdes prados de exuberante foresta, como se ve en algunos parques...»
Las muchas aguas de la borrasca Ana, que antecede a Bruno, Carmen, David, etcétera (una moda) permiten olvidar las angustias, porque las restricciones amenazaban y los embases agrietados acongojaban. El calentamiento global, el incremento de población e higiene, y la necesidad para cultivos e industrias, invitan a cerrar el grifo, pero la previsión y el cambio de costumbres no es moneda al uso. Hoy los ayuntamientos de la cuenca del Duero se reúnen con la Confederación para combatir la sequía y bien se entendería que adopten medidas distintas a sacar el santo en procesión. En esta línea no estaría de más un replanteamiento de las llamadas zonas verdes que no son equivalentes a verdes prados de exuberante foresta, como se ve en algunos parques de la región. Acaso, esas zonas no urbanas y necesarias hay que adecuarlas al tipo de vegetación de la comunidad (nada que ver con asfalto y piedra), muy diferente a la de Suiza. Un reordenamiento gradual de parques y jardines, y una revisión de sistemas de riegos no vendría mal.
En la reunión de hoy no toca, pero revisar y replantear las infraestructuras de pantanos, regadíos o relacionadas con el agua y sus servicios es imprescindible: en los años de crisis económica se ha invertido muy poco en conservación y las consecuencias son la obsolencia y el desperdicio del agua. Visibles para todos menos para los administradores políticos, aves pasajeras. Y puestos a escribir la carta a los Reyes, ¿quién podría hacer una campaña ecológica para convencer que los pantanos carecen de ideología? ¿Impacto ambiental o modificación del ecosistema? Sí, claro, ¿pero menos o más que los huertos solares o los parques eólicos? ¿Importa más el agua para el hombre o la contemplación del paisaje?