Antonio Piedra - No somos nadie
La liebre
«Después de la crisis, Castilla y León se iguala con Asturias y Andalucía: sucesiones a porfía, o de muerto a muerto y a cuidar el huerto»
Los terracampinos -Tierra de Campos infinitamente para Jorge Guillén - saben la importancia que tienen las liebres en nuestras pobres vidas por su agilidad, por la vida discreta que llevan, por lo ricas que están en una cazuela zamorana, y por sus dotes de supervivencia ante los cazadores de la política. Tanto, que en Castilla y León tenemos un dicho que nos echamos al morral cada vez que alguien nos apunta con una escopeta: ojo, que al mejor cazador se le va la liebre . Y en estas andamos: cruzando los dedos, porque aquí, al menos en Villalón, de enero a marzo ni galgo liebrero ni halcón perdiguero.
Y ello a pesar de Mañueco y Silván que están tan calladitos haciendo las paces, que las liebres se han puesto a temblar y están a punto de poner los pies en Polvorosa. Para qué te quiero escopeta… Por ejemplo, y por hablar de algo que inquieta a los ciudadanos de Castilla y León, ninguno de los dos ha dicho esta boca es mía -como presidente o como secretario in péctore del PP- sobre el denostado, cruel, injusto y desplumante impuesto de sucesiones . Que yo sepa nada, y eso que soy liebre que hace camada donde puede o le dejan. Antes de la crisis, este impuesto sólo lo defendía aquí Óscar López . Se le salía el piñón fijo al socialista haciendo cálculos con las sucesiones en bicicleta. Hasta que lo consiguió, por aquello de que el gorrilla y el mazo usan el mismo cazo. Después de la crisis, Castilla y León se iguala con Asturias y Andalucía: sucesiones a porfía, o de muerto a muerto y a cuidar el huerto.
Nuestro vecino autonómico -y actual presidente de la gestoría nacional del PSOE, Javier Fernández - nos dejó, como mi apellido bien indica, de piedra. Concretamente el 18 de los corrientes. Metió en la cartuchera dos obuses para amedrantar aún más a las diezmadas liebres. Uno, que «hay una carrera absurda contra el impuesto de sucesiones», dijo. Dos y agárrese que hay cursa: «tu padre no eres tú, hay un incremento patrimonial evidente». ¿Quééé? ¡Qué argumento más peregrino el suyo, y además qué cara dura! Somos herederos, no deudores . Puro derecho romano, señor mío . El hijo es tan de su padre, tan el mismo, que éste se pasa la vida luchando por él, ahorrando por él, desviviéndose por proporcionarle una casa, y pagando por un mismo impuesto cuantas veces cargan la escopeta algunos políticos desalmados y corruptos. Lo demás, lo que decía Santillana: «Este mundo es golfo y redondo, quien no sabe nadar se la va al hondo» . Bien harían Mañueco y Silván, o Mañueco sin Silván, pero los dos a la par, cargar la escopeta, como acaba de hacerlo hace un par de días -a ver dónde lo mandan ahora la leal oposición-, su compañero de partido en Murcia: solicitar la abolición del impuesto de sucesiones, porque su aplicación se ve como la sombra de un inmenso latrocinio a cuenta de los muertos que ya han pagado.